La guerra, la muerte y la soledad… la vida al final de todo, temas que forman las historias de A todos nos falta algo. Antología del cuento croata, publicada en Ediciones Cal y Arena. Las voces pertenecen a 10 autores, quienes representan un esbozo de la literatura publicada entre 2000 y 2012 en la que fuera una de las repúblicas que integraron la desaparecida Yugoslavia.
Este volumen se compone por 12 relatos, cuyos autores nacieron entre 1961 y 1974, siendo la más joven Maja Hrgović (1980) quien presenta Zlatka, en tanto Senko Karuza (1957) es el veterano de esta compilación y de quien se muestran Pequeño duende casero y Cocodrilo. Vale la pena acotar estos datos debido a que todos ellos vivieron la cercanía de los conflictos bélicos de esa región y, por lo tanto, sus historias tienen todavía un eco de la desolación que les tocó presenciar.
Il silenzio, de Zoran Ferić, abre el libro. La trama gira en torno a un joven que pierde a su madre y debido a la falta de recursos económicos su padre omite un aspecto fundamental en el funeral: la música. Este detalle será vital en su relación.
La ya mencionada Maja Hrgović expone en Zlatka el encuentro sexual y amoroso entre dos mujeres, el marco de esta situación se presenta en una ciudad, sus suburbios y la rutina.
Cuando fui la nana Pila, muerta, pero en la flor de la vida es un relato casi surrealista, donde Zoran Malkoč ajusta el amor con la muerte.
Una atmósfera densa envuelve No hay dios en Susedgrad, de Robert Perišić. Los protagonistas son un par de amigos que visitan uno de los barrios en las afueras de la ciudad de Zagreb para conocer al hijo su un conocido suyo, en este lugar se topan con situaciones inesperadas que los hacen sentir la crudeza de la vida cotidiana.
Dos historias cortas de Senko Karuza son Pequeño duende casero y Cocodrilo, ambas tocando los límites de la locura y la soledad.
Neven Ušumović desarrolla en Vereš el exilio, la soledad y la tortura de una forma inusitada. En tanto, los cuentos de Olja Savičević Ivančević hablan de la difícil situación de vida para los homosexuales y lesbianas en la región; Maricones y Frontera son los nombres de sus historias.
En Bronx: La última parada, de Zoran Pilić, las anécdotas de juventud son el marco de la guerra. Por otra parte, Soy yo, de Damir Karakaš, es el demoledor relato de una relación familiar fracturada con un alto costo.
Esta compilación fue realizada por el editor y también escritor Roman Simić Bodrožić, de quien se incluye la narración Zorros, en la cual se desarrolla la idea principal que da título a esta antología:
“A todos nos falta algo, a algunos un padre, a otros una ciudad, como si te justificaras, y a mí siempre me faltan las palabras, el coraje para contestarte cualquier cosa.”
En una visita que realizó a México, el compilador apuntó que este obra se constituye por “un realismo desilusionado”. Sin duda, muchas de las historias quedarán en la memoria del lector que se aventure a conocer la literatura de una Europa casi siempre olvidada.