Nació en Juchitán en 1940, conoció a Rufino y Olga Tamayo en París, viajó por Roma y Suiza exponiendo su obra en los museos más importantes, y lo más destacado, ha luchado toda su vida por la conservación de Oaxaca, uno de los estados más simbólicos e importantes en términos culturales y artísticos en México. Francisco Toledo se ha convertido en la imagen de la identidad del arte y la cultura mexicanos, al haber dedicado gran parte de su existencia en luchas sociales contra cuestiones globales, como la invasión del maíz transgénico en tierras mexicanas.
Con todo y sus raíces oaxaqueñas, el arte de Francisco Toledo resulta arte muy pertinente ante la situación que se presenta actualmente en el país, haciendo de su obra una colección atemporal, pues podría representar el pasado, el presente y quizá, hasta el futuro.
Luego de 35 años de haber pasado por primera vez por las salas del Museo de Arte Moderno (MAM), la obra del maestro Toledo vuelve con la muestra Duelo, la cual incluye 150 piezas originales de cerámica, y 95 de las cuales fueron seleccionadas por el mismo artista y su esposa Trini.
El también activista mexicano elaboró esta colección con tres situaciones actuales en mente: el horror, el dolor y el milagro. Las dos primeras, simbologías ligadas con la tortura, los secuestros, los homicidios, mientras que el milagro nace de la esperanza. Estas ideas observan en cada una de las esculturas que conforman este recorrido por el pensar de uno de los artistas más emblemáticos de la actualidad.
Su lenguaje artístico se funda de hechos completamente relevantes a nuestra realidad como la corrupción, la invasión de corporaciones como Monsanto en la agricultura del país y el intento por reunir a la población mexicana con sus raíces, para así poder apreciar el arte tradicional. Sin embargo, Francisco Toledo posee el don de incorporar a su trabajo las leyendas místicas y los mitos de Oaxaca, exponiendo un poco de ambos mundos.
“Francisco Toledo tiene una facultad alucinatoria que nos lleva más allá de la realidad, nos lleva a un lugar entre los sueños y la realidad”, comentó Sylvia Navarrete, Directora del Museo de Arte Moderno.
La novedad de Duelo es la incorporación del color rojo como símbolo de la violencia que acecha a la República en pleno siglo 21. Lo tradicional se mantiene en el repertorio, la presencia de mecates y el uso de animales como chapulines, perros y gusanos. Urnas, machetes, caras sin rostro y partes de cuerpo humano enfatizan la gravedad de las situaciones elaboradas en la exposición.
La humildad de Francisco Toledo desaparece cuando se trata de su obra, una crítica que tiene voz propia a través de colores y figurines rebeldes cambian el paradigma de la museografía. Luchador social, ambientalista, coleccionista, filántropo y promotor cultural son solo algunas cualidades que este artista mexicano ha desarrollado en una trayectoria de casi 50 años, que sigue en pie y en lucha por un México libre, propio y artístico.
La exposición permanecerá hasta el 28 de febrero de 2016.