“…El mundo no tiene edad. La humanidad se desplaza, simplemente. Usted está en Occidente, pero es libre de habitar su propio Oriente, tan antiguo como lo necesite, y de habitarlo bastante tiempo. No se sienta vencido.”
Arthur Rimbaud
Esta frase tomada del extenso poema Una temporada en el infierno (Une saison en enfer, 1873) del poeta francés Arthur Rimbaud, logra implantar una visualización tanto mística como voluptuosa de Oriente que tanto nos fascina a los occidentales.
En el trasfondo de esta obra figuran las confesiones personales del autor, representando el viaje existencial a través de la metáfora de la transición entre el mundo occidental y oriental. Algo similar es la intención de esta retrospectiva documental y estética titulada Jardínes de arena. Fotografía comercial en Oriente Próximo, 1859-1905, que alberga la Sala Manuel Álvarez Bravo del Museo Archivo de la Fotografía.
Enmarcada en el programa de Colecciones del Festival Internacional de Fotografía FotoMéxico, esta exposición reúne, por primera vez en México, el trabajo de fotógrafos ingleses, franceses, alemanes, italianos, turcos, egipcios, armenios y libaneses, a través de 86 copias derivadas de la digitalización de la Colección Clark & Joan Worswick.
Las imágenes, tomadas en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, simbolizan un tesoro y la oportunidad de viajar al pasado de lugares como Egipto, Arabia, Tierra Santa, Líbano, Siria y Turquía.
Además de poder ver el legendario río Nilo, la exuberancia cultural de Estambul, los místicos oasis del desierto, las milenarias pirámides egipcias, las exquisitas mezquitas y hasta La Meca, también se muestran retratos individuales y colectivos de los diversos grupos étnicos que se han desarrollado en el Oriente Medio.
El fotógrafo, historiador y curador de la muestra, Clark Worswick, dio una conferencia en el Museo para hablar sobre las fotografías y profundizar sobre su labor como coleccionista.
“Cada una de estas fotografías tiene misterios considerables relacionados con el momento en el que fueron tomadas, por estar tan lejos de nuestro tiempo”, narró Worswick.
También contó que cuando visitó India en 1959, comenzó a adquirir las imágenes —y el adictivo hábito de viajar—, y así, poco a poco, terminó poseyendo una de las tres colecciones más importantes del periodo decimonónico de Oriente, la cual ha sido expuesta en varios países como España y Países Bajos.
Otro de los aspectos destacables de la exposición fotográfica es el hecho de que inicialmente, estas imágenes tenían la intención de documentar y no eran valoradas por su carácter estético, debido al hecho de que la fotografía era considerada un oficio en vez de un arte, como hoy en día se valora. Sin embargo, los paisajes orientales y los rostros de culturas ajenas a las nuestras contenidas en las imágenes destilan una distinguible belleza, tanto en la composición misma, como en sus protagonistas.
La fortuna de poder ver estas imágenes igualmente radica en lo complicado que era poder tomar fotografías, tanto por la época como por las condiciones climatológicas de la región.
“La fotografía era extremadamente difícil. Conllevaba un difícil proceso el hacer este tipo de imágenes; el fotógrafo sólo podía realizar dos o tres fotografías en un día. El proceso involucraba obtener agua limpia; el calor era intenso, con 130° Fahrenheit (54° Celsius) en la mayor parte del verano en estos lugares”, comentó el coleccionista estadounidense.
Por ello y muchas otras razones, como el poder reflexionar sobre nuestro estilo de vida al contemplar un mundo tan distinto al nuestro, es que vale la pena visitar esta exposición, que es una de las seis inéditas del Festival.
Así que tienes hasta el 14 de febrero de 2016 para redescubrir el mito del mundo oriental con Jardines de arena.
Para saber más, visita: www.cultura.df.gob.mx y http://centrodelaimagen.conaculta.gob.mx