La mayoría estaremos de acuerdo en que el tema del exorcismo en el cine se ha utilizado hasta el cansancio. Desde el éxito que tuvo El Exorcista (The Exorcist, 1973) y el impacto que causó en el imaginario social de millones de personas, se ha recurrido al uso de dicha temática para conquistar las taquillas. Y en parte se ha logrado.
La atracción que tenemos hacia esa estética morbosa hace que surja la curiosidad de ver las películas, a pesar de que la calidad de las mismas se encuentre ausente. Esa seducción por el lado oscuro y la descarga de adrenalina que nos provoca como audiencia han sido el principal motor del cine de horror y su sobreexplotación en el cine comercial. Sin embargo, siempre existe la posibilidad de abordar los temas desde distintas perspectivas, y tal es el caso de la más reciente producción del cineasta y músico neoyorkino Jordan Galland (1980): Ava’s Possessions (2015). La cinta tuvo su estreno latinoamericano en la inauguración del Festival Macabro.
La cinta cuenta la historia de Ava Dopkins (Louisa Krause), una mujer recién exorcizada tras haber estado poseída por un demonio durante un mes.
Como si hubiera permanecido en estado comatoso, Ava regresa a la realidad confundida por no recordar un mes de su vida, además de enfrentar cargos por los crímenes que cometió mientras el demonio estaba dentro de ella.
La cárcel o entrar a Poseídos Espirituales Anónimos —una especie de Alcohólicos Anónimos para los que han albergado entidades malignas—, son las opciones que tiene.
Para superar el suceso, Ava tiene que buscar a las personas que hirió y enmendar lo que hizo mientras estuvo poseída, pero mientras más se entera de lo que ocurrió más misterioso se vuelve el asunto. ¿Cuál fue la causa de su posesión? ¿Pudo haber sido provocada por alguien más?
Aunque en su grupo de apoyo aspiran a no volver a ser poseídos, hay una chica que, al estar enamorada de su demonio, busca lo contrario. Hazel (Annabelle Dexter-Jones) le explica a Ava que ese ser infernal es la sombra de cada uno y cuando ambas polaridades se unen se produce un armonía entre ambos, volviéndose uno solo.
De esa manera, parece que se aborda la figura demoníaca como arquetipo de la perversidad humana, llegando a plantear reflexiones filosóficas al espectador. Y también se sitúa como una fuerza sensual de atracción hacia la oscuridad.
Este aspecto post-exorcismo no había sido llevado al cine antes, de ahí lo interesante; aunado al marcado estilo de Galland y la música de su amigo de la infancia, Sean Lennon.
Rock, magia negra, osos de peluches que hablan, luces vibrantes y un ligero humor ácido envuelven la película en un ambiente bastante peculiar. Más que inducir terror, Ava’s Possessions nos lleva a un mundo surreal en el que las posesiones demoníacas son recurrentes en la sociedad.
La composición cinematográfica en general tiene un soporte sólido por su sencillez y exhibe un estilo único en el mundo que construye Galland, quien además de ser reconocido en el circuito de festivales de cine, tiene su propio sello discográfico y su compañía productora, Ravenous Films, la cual participa en la realización de la película.
Usualmente el enfoque de la mayoría de las cintas se dirige a la experiencia de la posesión en sí misma, pero jamás se había visto antes la examinación de lo que sucede después del episodio y sus consecuencias. Estamos tan acostumbrados al trillado retrato de las posesiones demoníacas en el circuito comercial que la fresca visión de este filme renueva la promesa de un nuevo cine de horror. Asimismo, hace ecos con otro tipo de producciones que abordan temáticas convencionales bajo una nueva luz, como es el caso de Only lovers left alive (Sólo los amantes sobreviven, 2013) de Jim Jarmusch.