por Patricia Cordero
Cuando una relación se rompe quedan vestigios, no sólo emocionales, sino físicos; recuerdos del camino compartido entre dos personas; ruinas que, de un modo u otro, se desea desaparecer para evitar que la memoria traiga sufrimiento.
Los artistas croatas Olinka Vistica y Drazen Grubisic, como tantas otras millones de parejas en el mundo, lo saben. Hace seis años mantenían una relación amorosa pero, al decidir separarse, se enfrentaron con el hecho de tener que dividir sus pertenencias y deshacerse de los recuerdos. Entonces pensaron que era una buena idea hacer un museo que reuniera esas reliquias emocionales, dando origen al Museo de las Relaciones Rotas (Museum of Broken Relationships).
Esta colección llega a México a partir de marzo, para exhibirse en el Museo del Objeto del Objeto (MODO), que está recibiendo donaciones de los mexicanos para incluirlos en el acervo y en la exposición. La recepción de objetos en México será hasta el 16 de febrero, siguiendo las instrucciones en este link.
La curadora Olinka Vistica dice que se trata de un proyecto artístico y sociológico. “Hablamos del museo como espacio público. Es una instalación que se ha convertido en museo. Y tiene un carácter social que se manifiesta en una exhibición artística. También nos habla, no sólo de la historia de dos personas, sino de un contexto histórico de una ciudad o un país”, comenta.
En 2006 presentaron una primera curaduría y, desde entonces, el museo itinerante se ha mostrado en más de 20 ciudades de Europa, África y América.
Además, el museo cuenta ya con una sede permanente, ubicado en el palacio barroco de Kulmer, en la zona histórica de Zagreb, en Croacia, una de las más atractivas para los turistas de esta ciudad.
Su colección, que reúne ya más de mil piezas, se ha conformado gracias al dolor de los corazones rotos, por las donaciones de aquellos que pasan por un rompimiento amoroso.
Así, es posible encontrar un común osito de peluche blanco, abrazando un corazón que dice “te amo”, el cual estuvo guardado mucho tiempo en una bolsa de plástico en lo alto de un clóset. Su dueña cuenta que cuando “eres joven, inocente y estás enamorado, no te das cuenta de que tu novio empezó a salir contigo sólo para llevarte a la cama”.
También tienen un teléfono celular de una relación que duró 300 días, entre el 12 de julio de 2003 y el 14 de abril de 2004, y cuyo final fue: “él me dio su teléfono celular para que no pudiera hablarle de nuevo”.
La curadora explica que cada día recibe un par de correos de personas que desean donar parte de su historia al Museo de las Relaciones Rotas. Para hacerlo, únicamente tienen que contar los recuerdos detrás del objeto, el cual se exhibe de manera anónima en la exposición.
El éxito de esta muestra, considera la curadora, radica en que se trata de un proyecto sincero, que habla de la posibilidad de superar el fracaso.
“Es también una suerte de ventana hacia la experiencia humana. Al pasar por un rompimiento, mucha gente se siente sola, siente que no va a lograr salir, que pueden volverse locos, pero al entrar al museo y ver todo esto pasa en cualquier lugar del mundo, encuentran consuelo y se dan cuenta de que no son los únicos que atraviesan el sufrimiento”, dice.
Asimismo, considera que en esta exhibición se reúnen tres características: un sentimiento de universalidad, pues todos han sufrido un rompimiento amoroso; un elemento catártico, ya que al deshacerse de un objeto, se busca eliminar una emoción; y el hecho de sentir que siempre se puede hacer algo más.
En retrospectiva, para Vistica y su ahora socio Grubisic, este proyecto ha sido una manera de aprender que, si bien una relación amorosa no funcionó entre ellos, las coincidencias que alguna vez tuvieron los llevaron a trabajar juntos.
“Queríamos crear la posibilidad de transformar nuestro amor en algo más. Ahora somos amigos y colegas”, concluye Vistica.