Arte y Cultura

Canta con Xochipilli para recibir cada nuevo amanecer en el Museo del Templo Mayor

Cantos festivos, pintura de flores

Viene soltando, viene desplegando: ¡oídlo!

Tiene mariposas y en el musgo acuático su casa

entre luces canta y llega.

Sobre luminosa sitial está erguida la Flor:

sólo flores esparce su canto ¡Haya placer!

Floridas flautas resuenan en su casa:

allí es esperado El:

hay gozo, se canta al son de trompetas

hay felicidad allí.

Literatura Náhuatl (fragmento)

 

Cuando estás por acostarte y dormir después de un día ajetreado, ¿te has preguntado si despertarás al día siguiente? ¿En verdad verás el próximo amanecer? Lo más seguro es que no lo hayas pensado con tanta frecuencia como lo hacían nuestros antepasados mexicas.

Ellos creían que el Sol nacía cada día por el Este y moría en el Oeste al atardecer, dando paso a su recorrido por el inframundo para después renacer. La cosmovisión nahua veía al Sol como símbolo de vida, y su trayectoria era una lucha con la muerte, por eso cada nuevo día era recibido con alegría y esperanza.

Esta devoción al naciente disco solar se vio personificada en Xochipilli ‒‘príncipe de las flores’‒, dios del amor, los juegos, la belleza, las flores, el maíz, el placer y del éxtasis sagrado. Por eso es que se le hacían ofrendas, como la encontrada en 1978, en el Templo Rojo Sur ‒ubicado en dirección a la salida del Sol‒ del recinto ceremonial de Tenochtitlán.

Llamada Ofrenda 78, contenía en el momento de su hallazgo una gran cantidad de pigmento rojo de hematita ‒mineral compuesto de óxido férrico‒, lo cual probablemente representaba la sangre de los sacrificados que fertiliza la tierra y al Tamoanchan, paraíso terrenal de diversas culturas mesoamericanas y de dónde provenía Xochipilli.

A partir de las 80 piezas encontradas en la ofrenda se inaugura una nueva exposición en el Museo del Templo Mayor, titulada Xochipilli. Entre luces canta y llega al Sol. En ella, su principal atractivo son las réplicas en miniatura de instrumentos musicales y los tres cuchillos monumentales de aproximadamente un metro, marcados con el rostro del dios.

Además de ser patrono de la poesía, el arte, la procreación y el verano; en varios poemas y crónicas se le denomina “Señor del rojo crepúsculo” o “Sol niño”, por su advocación de Sol matinal, y bajo el nombre de Xochipilli-Macuilxóchitl.

Tampoco hay que olvidar que este príncipe de las flores manifiesta la vital importancia que los mexicas otorgaban a los usos y beneficios de la flora. Esto es evidente en su famosa escultura ubicada en el Museo Nacional de Antropología, la cual representa varios tipos de flores y hongos conocidos como enteógenos, además de la posición de la deidad que hace referencia a un estado meditativo, con la mirada fija al infinito.

“La ofrenda se relaciona con el momento del triunfo del Sol, cuando renace de la penumbra nocturna y regresa al mundo de los vivos, de ahí el cielo rojo cuando amanecía y atardecía”, comentó Patricia Ledesma Bouchan, directora del museo.

Entre las réplicas de instrumentos se incluyen tambores, flautas, sonajas, mangos de abanico, ollas-tambor y cascabeles de cobre, que plasmaba el espíritu festivo de la cultura mexica.

En cuanto a los cuchillos monumentales, el primero está hecho de basalto y pesa 15 kilogramos; el segundo es de laja basáltica andesítica con un peso de 28 kilogramos y el tercero pesa 34 kg.

Otros elementos contenidos en el depósito ritual son caracoles, conchas y restos de fauna marina, aludiendo a un lugar húmedo, oscuro y relacionado con la muerte. Usualmente, el motivo de las ofrendas en las culturas mesoamericanas era incorporar al cosmos en una versión miniatura.

“Es la primera vez que exhibimos estas piezas. En conjunto es una exposición pequeñita, pero quisimos reflejar parte de toda la riqueza de las investigaciones, que tienen ya más de 30 años realizándose en el Museo del Templo Mayor.”

Sin embargo, eso no quiere decir que todas las piezas encontradas constituían la totalidad de la ofrenda. De igual manera había inciensos, flores y sangre de codorniz, que por su carácter perecedero no pudieron permanecer intactos hasta nuestros días. Además, cabe resaltar los regalos intangibles, como las danzas, rezos y música que llevaban a cabo los sacerdotes para complementar la ofrenda.

“Arqueológicamente encontramos lo que más perdura, que es la piedra, el hueso y la cerámica, pero estas ofrendas debieron estar acompañadas por flores, incienso y velas. Entonces habrá sido riquísima la experiencia visual que se tenía de las ofrendas.”

Este ofrecimiento a Xochipilli se muestra como un ejemplo ideal de que la tradición de hacer ofrendas no es exclusivamente para los muertos, como se hace ahora, sino que se creía que los dioses podían beneficiar a los humanos si se les ofrecían regalos. Además, es una prueba de que el pueblo mexica, catalogado como belicoso, también tenía la capacidad de expresar una refinada sensibilidad artística y filosófica.

“Esta intención de los mexicas de todos los días por la mañana saludar al Sol, que son, desafortunadamente, tradiciones que hemos perdido. Todos nosotros por lo mañana, lo que hacemos es levantarnos, salir corriendo al tráfico, al estrés, al mal desayunar, y ellos sí se tomaban un momentito para dedicarlo. También hay otras culturas que realizaban exactamente rituales parecidos. Y bueno, también es muy rico invitarnos a reflexionar sobre qué hacemos nosotros todos los días por las mañanas”, concluyó Ledesma Bouchan.

Si lo que quieres es enriquecer tu experiencia en torno a lo que presenta esta exposición, se ofrecerán poemas nahuas en torno a Xochipilli y su relación con el amanecer. También se incluye un fondo musical facilitado por la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia, junto con un documental que da cuenta de algunos códices que contienen iconografía del dios, incluyendo la investigación sobre la pava cojolita (Penelope purpurascens), ave identificada como el coxcoxtli, que con su canto marcaba el inicio del día.

Y por si fuera poco, se llevará a cabo un ciclo de conferencias los sábados del mes, a partir del 8 de agosto. Si se asiste a cada una de las sesiones, se entregará una constancia a los participantes. Para inscribirte puedes comunicarte vía telefónica o ir en persona al museo.

Xochipilli. Entre luces canta y llega al Sol estará en exhibición hasta septiembre, de martes a domingo de 9 a 17 h.

 

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