por Magdalena Carreño
Ocho años antes de escribir la que sería considerada su obra maestra, Herzog, el escritor Saul Bellow publicó una pequeña muestra de su poder literario en Carpe diem, breve novela que narra la historia de Tommy Wilhelm, la relación con su padre el profesor Adler y con el doctor Tamkin, personaje que fungirá en este relato como piedra angular en el pensamiento del protagonista.
Saul Bellow traza a un protagonista que se deja llevar por la corriente de la vida: Tommy Wilhelm es un hombre incapaz de hacer frente a sus propias decisiones; en todo momento se siente indefenso, a la deriva, como barco que espera un viento que le empuje hasta una buena costa. Sin embargo, esas ráfagas que espera son sólo espejismos, su padre menosprecia su personalidad y en un último intento por hacerlo responsable de sí mismo, rehusa ayudarle.
Por otra parte, el doctor Tamkin abusa de la esperanza de Tommy Wilhelm al invitarlo a dejar ir el poco dinero que le queda en la bolsa de valores, depositándolo en acciones de manteca de cerdo. La fuerte personalidad de Tamkin es aderezada con una increíble capacidad de persuasión, a través de discursos basados en el aquí y ahora, un Carpe diem que Tommy Wilhelm no es capaz de abrazar.
El escenario de esta historia es el Broadway de mediados del siglo XX; las descripciones de la atmosfera que delinea Bellow dejan clara su capacidad para medir cada detalle del universo que le rodeaba.
“Pacientemente, en el escaparate de la frutería, un hombre con un cogedor echaba hielo picado entre las hileras de verduras. También había melones redondos, lilas, tulipanes de negro y satinado corazón. La bóveda celeste devolvía al cabo de un momento el eco de los innumerables ruidos de la calle”, esta es la mirada cotidiana, sin velos, parte de la pluma de Bellow.
Aunque hay que reconocer que su escritura va mucho más lejos de lo visible; ahonda, describe y desenmarañaba la condición humana. Desenmascara a los personajes, los desnuda.
“Debo ser un auténtico imbécil, para quedarme aquí sentado oyendo historias tan absurdas. Será que tengo debilidad por la gente que habla de las cosas profundas de la vida, incluso de la forma en que lo hace éste”, se dice a sí mismo Tommy Wilhelm, quien en todo momento es consciente de sus debilidades pero incapaz de cambiarlas y de enfrentarse a sus propios demonios.
Partiendo de planteamientos sencillos, el autor analiza las complejidades del hombre moderno. Es así que Tommy Wilhelm se muestra tan sólo como un inocente perdedor, un anti héroe con esperanzas vanas. “Mi mentalidad pueril es lo que me hace creer que la gente está dispuesta a dar compasión sólo porque uno la necesita”, proclama el personaje.
La escritura de Saul Bellow es directa, no hace concesiones con su protagonista, lo desnuda ante el lector, su interior es diseccionado a la par del de aquellos que forman parte de su entorno. Página tras página se vislumbra la posibilidad de lo imposible porque es la realidad, con sus notas alegres y oscuras.
Para aquellos lectores que aún no tienen contacto con la narrativa del Premio Nobel de Literatura 1976, Carpe diem puede resultar un buen acercamiento a una de las plumas más que más influenciaron la literatura norteamericana del siglo XX. En cuanto aquellos que han tenido en sus manos Herzog compararlas sería vano. La riqueza de cada una se tiene que ubicar en el contexto del desarrollo prosístico del mismo escritor.
Carpe diem, de Saul Bellow, es editado por Galaxia Gutenberg en su colección Círculo de Lectores. Se puede encontrar en las librerías de México, gracias a la distribución de Colofón.