Arte y Cultura

Cien años luz de soledad, la oscuridad iluminada por Yumiko Yoshioka

Foto: Isaac Montero

La bailarina, maestra y coreógrafa japonesa de danza butoh, Yumiko Yoshioka, regresa a México con un espectáculo inspirado en el famoso libro Cien años de soledad del escritor colombiano Gabriel García Márquez. La obra se titula Cien años luz de soledad y será presentada el 4 de julio a las 20:00 horas en el Teatro de la Danza del Centro Cultural del Bosque.

Yumiko es un referente de las artes escénicas en Europa, pues desde 1988 reside en Berlín, Alemania. Su brillante trayectoria ha sido marcada por ser miembro fundador en 1974 de la primera compañía de danza butoh formada exclusivamente por mujeres, bajo el nombre de Ariadone. Además, en 1978, en compañía de Ko Murobushi y Carlotta Ikeda, presentó en Paris el primer espectáculo de danza butoh fuera de Japón, LE DERNIER EDEN―Porte de l’au-dela.

El butoh consiste en diferentes técnicas de danza que buscan la recuperación de un cuerpo aparentemente robado o destruido, un cuerpo que busca renacer de las cenizas, haciendo alusión a la oscuridad presente en la mentalidad humana, un vistazo a lo grotesco.

Foto: Isaac Montero

“El butoh es una danza de metamorfosis y transformación”, comenta Yumiko. Por esta razón, en el performance el público será testigo de los cambios que va sufriendo el personaje interpretado por la bailarina, y en conjunto con la música y el manejo de la iluminación, se podrán experimentar toda clase de emociones, tan diferentes y contradictorias unas con otras.

Con su nueva obra, Cien años luz de soledad, Yumiko nos traslada a un mundo de surrealismo mágico, donde los personajes excéntricos y misteriosos que aparecen en la novela, se ven transformados y conformados en una sola entidad. Un ser nacido en una tierra cien años luz lejos de la nuestra, en completa soledad, una única presencia. La bailarina comenta que, a pesar de ser un hecho científicamente imposible, quiere darle a esa criatura la esperanza y la dignidad para sobrevivir.

Con un gusto increíble por la fantasía y los cuentos de brujas y monstruos, Yumiko leyó por primera vez Cien años de soledad a la edad de 20 años, cuando su carrera como bailarina aún no comenzaba. Desde entonces, su conexión con la novela fue tan profunda que, cuando inició en el ámbito de las artes escénicas, recordaba a los personajes por las imágenes de unicidad y aceptación que tanto le atrajeron.

Fascinada por la idea de la excentricidad y de todo aquello que nos diferencia y nos hace singulares, el objetivo de la obra es dejar percibir la soledad como algo oscuro. La maestra Yoshioka dice que en una sociedad como Japón, también se busca la manera de estar conectado digitalmente con la finalidad de anestesiar la propia soledad. Sin embargo, el sentimiento de soledad visto como la carencia de algo, es superficial para ella, a diferencia de la soledad absoluta, la cual describe como un estado que nace de algo más profundo e íntimo. Y para unirnos es necesario encontrarnos, diferenciarnos y celebrar nuestra unicidad.

Foto: Isaac Montero

“Siempre hemos vivido en guerras por esta dificultad para aceptar nuestras diferencias y las de los otros. La obra no es un proyecto político, sino es una muestra de la belleza que hay en la soledad para aceptar la otredad”, dice la coreógrafa.

 

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