Provocar la risa puede ser bastante complicado cuando te enfrentas a un público, pues cada uno tiene un humor diferente. Sin embargo, el clown lo logra, ya que cumple con una de las labores más nobles que puede haber: mejorar el ánimo de las personas por medio de la risa, que algunos consideran como una catarsis o sanación.
“El hacer reír es una parte importante del clown porque es su razón de ser de alguna manera, su lenguaje, pero es consecuencia de establecer un diálogo, de generar con el espectador la confianza o un ambiente en donde se sientan liberados y eso es a través de realmente ver qué está sucediendo con ellos, dirigirse al público y reaccionar en medida de lo posible a lo que el público te propone”, comentó Julio Ortega, clown y Director de Clownoscopio, compañía de Clown.
Clownoscopio surgió a partir de que Julio y otros integrantes del medio se dieron cuenta de que tenían un enfoque similar al tratamiento de lo que querían hacer en el escenario. “No era buscar la risa fácil o el hacer reír por solo ese objetivo, sino que queríamos generar todo un ambiente y una experiencia dentro de nuestro humor”, explicó.
La compañía fue fundada en el 2009 con el objetivo de explorar las distintas facetas del clown, centrándose en la experimentación del lenguaje teatral y el lenguaje excéntrico del payaso. Además del clown, hacen teatro, música, artes escénicas, circo, pantomima, improvisación y slapstick.
Desde el 2011 han realizado más de 150 funciones en México, con la presentación de sus espectáculos: Nöel Clown, La Varieté de los Canarios, La Varieté Roja, Rimbombante, La Caprichosa Historia de la Dama y el Farolito. Han realizado 100 intervenciones escénicas en el STC Metro de la Ciudad de México durante el 2014 y 2015 a través del Proyecto Dandy, como parte de la iniciativa Ponte la del Metro, apoyado por el CONACULTA y el STC Metro. Aunque han tenido presentaciones regulares en algunos espacios y festivales, Ortega asegura que aún hacen falta espacios y que los artistas dedicados a esto tengan interés por hacer colaboraciones y trabajar juntos.
El espectáculo que ofrecen es tanto para adultos como para niños, y se presentan en espacios abiertos, museos, teatros, foros alternos o hacen shows itinerantes. Incluso han llegado a estar en bares para un público adulto.
“El clown como técnica se adapta a lo que genera el público, se trata de matizar el lenguaje y utilizar distintas herramientas para mantener la atención de esa audiencia”.
Los temas con los que trabajan vienen de la idea de que lo realmente fantástico le sucede a las personas en su cotidianidad. Pero no solo trabajan con emociones positivas, sino también pueden involucrar a la tristeza y la melancolía, no para hacer un show triste, sino como un motor para encontrar la risa. “El clown te puede llevar a través del humor a tener una esperanza o una indignación, pero que te generan una liberación, siempre hay una comicidad detrás”.
La compañía está integrada por Claudia Cervantes, actriz; David Almaga, director musical; Alejandra Rovira, intérprete musical; Jorge A. Caballero, intérprete escénico; Noel Montes de Oca, iluminación y Julio Ortega, director artístico.
“Trabajamos con amor, con entusiasmo y con la certeza de que lo que estamos haciendo puede transformar la vida de los que nos ven”.
Clownoscopio también da talleres y un laboratorio de clown en el Centro Cultural ALIAC, ubicado en República del Salvador 60, Centro Histórico, en donde además imparten talleres de oficios que se están perdiendo. Es un espacio enfocado tanto a la literatura como al cine, las artes escénicas, las artes clásicas y está trabajando específicamente a rescatar oficios. También cuentan con actividades gratuitas.