¿Qué importancia tiene la ideología para los seres humanos? ¿Cuál es la necesidad de apegarnos a una guía moral y filosófica para poder entender nuestra realidad? ¿Y hasta qué punto nuestra convicción ideológica puede tornarse radical?
La nueva exposición del Museo Ex Teresa Arte Actual se mete de lleno a este tipo de temas meta-políticos, con la obra del artista mexicano Joaquín Segura (1980), caracterizada por reflexionar en torno a la violencia, el cambio político y el rol de las ideologías en el contexto sociopolítico actual.
Con especial énfasis en la naturaleza del poder, las fisuras de las estructuras sociopolíticas y el desgaste del radicalismo ideológico de izquierda en el siglo XX es que La tradición de las generaciones muertas presenta proyectos realizados por el artista entre 2014 y 2015 en lugares como Nicaragua y Rumania, al igual que una serie de gobelinos —tapices— producidos especialmente para esta ocasión.
“Hace tiempo que Joaquín no tenía una revisión de su trabajo individual como de estas dimensiones. Además el cuerpo de obra que presentamos en buena medida no se ha visto en México, es la primera vez que se presenta. Algunos trabajos están pensados específicamente para este evento, otros ya estaban avanzados o realizados”, comentó Iván Edeza, director del Ex Teresa.
La muestra ocupa prácticamente todos los espacios del museo con distintas intervenciones. “Tienen referencia claramente como emblemas, íconos que identificaríamos con las luchas de la izquierda radical o de determinadas formas de gobierno totalitario en el siglo XX. La propuesta de Joaquín tiene que ver con la deconstrucción irónica, con el sabotaje poético de estos emblemas, a fin y efecto de generar una distancia crítica que nos permite verlos con la luz del tiempo, a veces con una teatralidad acartonada de aquello que en algún momento fue muy poderoso”, explicó Pedro Ortiz Antoranz.
La exposición se divide en tres núcleos; el primero, llamado Examen sobre reconstrucción (José Martí), se trata de una videoinstalación en la que se muestra lo que hizo Joaquín en Nicaragua, junto con una comunidad marginada que tomaba la figura de José Martí para sustentar su ideología y explicar su realidad.
“A muy grandes rasgos lo que hice en este proyecto fue trabajar con la comunidad de El Pantanal, que es una comunidad en proceso de legalización, inicialmente tomado por un colectivo de mujeres sandinistas a inicios de los años 2000. Este colectivo de mujeres tomó junto con sus familias la tierra para construir su comunidad, que es muy pobre; es una de las zonas más conflictivas de Nicaragua, está en las afueras de Granada —la segunda ciudad más grande del país—”, detalló el artista.
En ese lugar se encontró con una especie de monumento del cual se desconocía su origen. Existen muchas versiones entre los pobladores, pero la que más destaca es la que afirma representar el punto donde el supuesto guerrillero sandinista José Martí murió. Lo que desconoce la comunidad es que José Martí había muerto en Cuba casi 100 años antes, y lo que llamó la atención de Joaquín es “la manera en cómo ellos reconstruyen una identidad comunitaria a partir de una ficción. Al final de cuentas ellos están reconstruyendo y asimilando la historia de una manera que les permita a ellos relacionarse con un proyecto ideológico, como es el sandinismo”.
El segundo núcleo abarca la producción de gobelinos por parte de una familia jalisciense que se especializa en ellos. Una fuerte contradicción surge por el hecho de que, inicialmente, los gobelinos estaban destinados a las nacientes familias burguesas del siglo XV que podían solventarlos. En esta ocasión están presentes como un objeto artístico que simboliza una ideología de izquierda, contraria a la que encarnan las clases pudientes.
Este aspecto de la muestra se debe al interés constante de Segura en “cómo se construyen las estructuras del poder, el papel que tiene la noción de ideología en un entorno contemporáneo, y cómo se aprecian estas macro-estructuras sociales y políticas desde el punto de vista de un ciudadano común”.
El tercer núcleo incluye otra videoinstalación que se centra en la construcción del Palacio del Parlamento Rumano o Casa del Pueblo, cómo la denominó el dictador Nicolae Ceaușescu. Representa una de las estructuras gubernamentales más grandes del mundo, sólo superada por el Pentágono, y se tuvo que demoler una quinta parte de Bucarest —capital rumana— para su construcción.
“Me interesa la idea de cómo un objeto artístico puede contener ideas que se tornan cifradas, inaccesibles. Creo que este mecanismo de encriptación o estos juegos que intento hacer en algunos de mis proyectos son una aproximación metafórica al fracaso de este tipo de proyectos ideológicos”, mencionó Joaquín respecto a las videoinstalaciones.
“Las grandes contradicciones, las grandes colisiones se dan tanto de un lado como del otro. Precisamente lo que a mí me interesa recalcar es el absurdo en el ejercicio de poder. Al final de cuentas creo que esta exposición habla del desencanto y acerca de cierta reticencia a aceptar las estructuras que nos dominan. A partir de estos proyectos lo que intento construir es una perspectiva crítica tanto para mí como para el espectador, y desarrollar un acercamiento más consciente acerca de aquellas instituciones, estructuras, reglas que conducen nuestra vida diaria”, puntualizó.
El trabajo de Segura se caracteriza por desenvolverse en distintas plataformas, tanto video, fotografía y cine, como pintura y escultura. Sin embargo, lo que une su cuerpo artístico es el interés en los umbrales y fisuras en las estructuras de poder, con la intención de cuestionarlas y que el espectador pueda formular una postura respecto a dichos proyectos ideológicos fallidos.
En esta muestra se presenta en el concepto tangible e intangible de la ruina que dejaron estos proyectos radicales, sin necesariamente posicionarse a favor de una idea.
“Va de ambos lados la crítica. No pretendo hacer propaganda. Simplemente lo que pretendo es hacer construir una reflexión sobre el fracaso cotidiano y cómo nosotros como ciudadanos a final de cuentas estamos muy sujetos a un esquema del cual es complicado escapar”, destacó.
Finalmente la labor del artista no es responder a preguntas que ya están hechas sino ampliar dichos cuestionamientos y los que surgen día a día para fomentar una capacidad crítica más abierta, basada en la multiplicidad de perspectivas y no en respuestas definitivas, que es la causa principal por lo que los proyectos ideológicos del siglo pasado fracasaron.
La tradición de las generaciones muertas estará abierta al público hasta el 28 de febrero de 2016.