Arte y Cultura

Duele… o siempre hay un roto para un descosido

Un día te caes. Te raspas la rodilla. Sangra. Duele. Y lo que quieres es que nadie lo note, que nadie lo sepa. Te levantas y caminas como si nada, hasta llegar a casa y limpiar la herida, aguantando las lágrimas. Algo así pasa con las heridas son emocionales: sonreímos, mostramos nuestra mejor cara y, cuando volvemos a casa, nos sabemos inconsolablemente adoloridos, y rotos. Hasta que encontramos alguien a quien le tenemos la suficiente confianza de mostrarle nuestras heridas.

En Duele, un niño y una niña de 8 años se encuentran en la enfermería de la escuela. Ella, con dolor de estómago; él, con una herida en la cara por aventarse en la bicicleta desde el techo. Entre la inocencia y la curiosidad comparten sus heridas, se quitan los vendajes, enseñan la sangre y hablan de aquello que les ha hecho daño, desde su perspectiva infantil.

Ludwika Paleta y Oswaldo Benavides interpretan a Karina y Diego, los personajes de esta historia, en un recorrido a lo largo de 30 años de una peculiar amistad. Al igual que en la puesta en escena, los actores han compartido anécdotas durante casi tres décadas y se manifiesta en la química tan natural que transmiten; además, con la experiencia de actuar desde temprana edad, recrean en escena a sus personajes como niños, adolescentes y adultos.

¿Te duele? Un poquito.

El espectador es testigo de ocho momentos en la vida de Karina y Diego, que si bien no están contados de manera cronológica, evidencian la cercanía que éstos mantienen, a pesar de dejar de verse durante varios años y reencontrarse, curiosamente, en salas de un hospital.

La obra es una adaptación de Gruesome Playground Injuries, del dramaturgo Rajiv Joseph, estrenada en 2009, y más que una historia de amor es un relato agridulce de esas relaciones imposibles o platónicas, esos amigos que nunca son una pareja “en forma” (lo que quiera que eso signifique), que se saben indispensables el uno para el otro, pero que están mejor cada quien por su lado. Porque siempre hay un roto para un descosido.

La dirección de Diego del Río logra que los personajes transiten de la inocencia al drama, de los 8 a los 23 años, y de ahí a la adolescencia y a la madurez. Las historias bien contadas no requieren gran parafernalia escénica, lo cual se resuelve de manera impecable con la propuesta escenográfica de Jorge Ballina, con una estructura metálica que va de ser el pasamanos de un patio escolar, a la recámara de Karina, la enfermería de la escuela o la sala de terapia intensiva de un hospital.

Lo mismo con el vestuario, que los actores cambian a la vista del público en cuestión de segundos, y que con detalles rojos evoca los dolores, la sangre, las partes del cuerpo que deben sanar.

Sólo tú puedes curar mis heridas. 

Si bien hay heridas accidentales o causadas por agentes externos, hay otras provocadas por uno mismo. La obra explora también este carácter masoquista de algunos, además de la dependencia que se puede llegar a desarrollar con alguien a quien le has mostrado los dolores más profundos.

Pero, ¿Qué duele más, estar roto por dentro o por fuera? ¿Qué heridas se curan más rápido, las físicas o las emocionales? ¿Qué tanto dolor podemos aguantar? Quizá esta obra nos revele, aunque sea un poquito, de ello.

Duele está en temporada hasta el 12 de junio en el Teatro López Tarso del Centro Cultural San Ángel. Adquiere tus boletos con anticipaciónLas funciones son viernes a las 19:00 y 21:00 horas; sábado a las 18:00 y 20:00 horas; y domingo a las 17:30 y 19:30 horas.

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