Han pasado casi 130 años desde el nacimiento de Diego Rivera, una de las joyas del arte mexicano, cuyo legado ha trascendido las barreras del tiempo.
Recordar al muralista en su aniversario es regresar a una época donde se vivió la grandeza de su obra, es redescubrir la importancia que este artista mexicano ha tenido para el arte mundial. Con este propósito, el Museo Mural Diego Rivera presenta la muestra Diego Rivera: re-visiones de Norteamérica, que permanece hasta el 30 de octubre.
La muestra revisa el trabajo que Rivera hizo en Estados Unidos, en ciudades como San Francisco, Detroit y Nueva York en 1930, cuando Estados Unidos se veía sacudido por una recesión que influyó de manera esencial en el trabajo del artista.
Con 193 piezas, entre ellas bocetos de murales, grabados, pinturas, fotografías y material documental, Diego Rivera: re-visiones de Norteamérica exhibe el papel tan importante que Diego tuvo al introducir el arte moderno en Norteamérica, pues en ese entonces tanto México como Europa ya habían progresado en ciertas vanguardias como el cubismo y el arte moderno en general.
A lo largo de la exposición se verán nueve obras que sobresalen, ya que forman parte del San Francisco Museum of Modern Art y será la primera vez que se expongan en un museo mexicano. Además se incluyen trabajos de otros artistas que tuvieron relación con Diego Rivera, como Pablo O´Higgins, William Spratling y Louis Nevelson, entre otros.
Entre las pinturas que conforman la exposición se encuentran varias obras pertenecientes al Museo Dolores Olmedo como Fondos Congelados, realizada por Diego entre 1931-1932 y que proyecta su visión penetrante de la gran ciudad de Nueva York, sus rascacielos y la desigualdad económica de la época.
Diego Rivera: re-visiones de Norteamérica expone también algunas fotografías tomadas por Diego y Frida en sus viajes, que fueron utilizadas para varios murales, dato que quizá muchas personas no conocen. El proceso creativo de Rivera queda de manifiesto por las salas del museo en libretas con apuntes y dibujos de todo aquello que el artista presenciaba; entre estos eventos, la labor de los obreros en el desarrollo de la revolución industrial en Detroit y su convivencia con estas máquinas masivas de la fabrica Ford.
Aunque el impacto de Diego Rivera en el arte norteamericano comenzó en 1916, año en el que participó en la Modern Gallery durante su etapa cubista junto a personajes como Pablo Picasso, Paul Cézanne y Vincent Van Gogh, casi 15 años después los murales en estas tres ciudades marcaron una etapa de suma importancia en la carrera del pintor y su legado que perdura, y que sigue siendo admirado por personas de todas partes del mundo
Sin duda alguna la aparición de Diego Rivera, un comunista mexicano en el país del capitalismo, en Estados Unidos, fue un acto de rebeldía que demostró aún a los empresarios más importantes de aquel entonces el poder del arte, como fue el caso del Rockefeller Center de Nueva York y la obra Hombre en el cruce de caminos, pieza que fue destruida al haber contener escenas comunistas que contradecían la ideología norteamericana.
Sin embargo, es importante reconocer que el mensaje que Diego quería dejarle al mundo era demasiado importante como para dejarlo en blanco, por lo tanto, en 1934 realizó una segunda versión que ahora permanece en el Palacio de Bellas Artes, con el titulo El hombre controlador del universo.
Diego Rivera: re-visiones de Norteamérica se complementará con una serie de conferencias, charlas, visitas guiadas, talleres y conciertos que giran entorno a la vida y obra de uno de los personajes más importantes del siglo XX.