por Gerardo López
El Museo Nacional de San Carlos (MNSC) es un espacio ubicado en la colonia Tabacalera, obra del arquitecto Manuel Tolsá construida entre 1798 y 1805, antes conocida como el Palacio del Conde de Buenavista. Luego de ser oficinas y preparatoria, en 1968 fue establecido como museo, para albergar las colecciones artísticas provenientes de Europa y de la Academia de San Carlos.
En esta ocasión, el arte decimonónico y de principios del siglo XX de sus colecciones narra la historia, en la muestra El Museo Nacional de San Carlos revela sus tesoros. Las obras provienen de la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Carlos y de la Academia de San Carlos de mediados del siglo XIX. Esculturas, óleos, medallas, dibujos, documentos, fotografías, relieves y frisos arquitectónicos son los encargados de revelar detalles sobre la herencia artística del recinto, que además custodia una extensa compilación de arte europeo obtenido en diversas épocas.
De esa manera, el museo brinda una exploración a su acervo en una exhibición dividida en cuatro núcleos: Cómo contar la historia o las joyas de la Academia; El retorno a la espiritualidad; La naturaleza, entorno y símbolo; El hombre y la imagen de sí mismo; e Idealización y cercanía, tipos y escenas cotidianas.
Los asistentes tendrán la oportunidad de visualizar un panorama general de los distintos procesos estéticos de la plástica europea, a través de 86 piezas compuestas por géneros que van desde la pintura histórica y bíblica, hasta retratos, paisajes y escenas costumbristas.
Las cualidades de dichas obras nos transportan a través del devenir artístico de una Europa en constante reinvención, de la mano de artistas de la talla de Pelegrín Clavé, Eugenio Landesio, Károly Markó, Thomas Lawrence, Pierre Ribera, Juan Cordero, Germán Gedovius y Antoine Carte, entre otros. Además de contar con piezas únicas como La batalla de Malakoff, de Hippolyte Bellangé, y San Bautista niño, de Dominique Ingres.
Más de un siglo de creación artística manifestada por medio de corrientes como el neoclasicismo, el romanticismo y el realismo conciben la intención de presentar a los visitantes una forma innovadora de ver, disfrutar y pensar el arte, ya que evidencia el eclecticismo de las obras expuestas, sin perder la esencia de su tiempo. Asimismo, algunas obras pertenecientes a principios del siglo pasado muestran guiños a los inicios del arte vanguardista surgido en el viejo continente.
Inevitablemente, no podemos hablar de arte moderno y contemporáneo sin voltear a ver las manifestaciones previas, las cuales sentaron las bases artísticas de la actualidad. No dejes pasar la ocasión y asiste a un viaje en el tiempo que prueba que lo antiguo no necesariamente es anticuado.