A pesar de haber sido médico, Antón Chéjov (1860-1904) dejó un trascendente legado en la literatura universal. Junto a Henrik Ibsen y August Strindberg, Chéjov constituye una de las principales figuras en los inicios del modernismo en el teatro, principalmente. Es reconocido en todo el mundo por la original forma de expresión a través de sus cuentos y por los clásicos que produjo en el teatro como dramaturgo.
Tres hermanas (1901) es una de sus piezas teatrales más destacadas. En ella sobresale el estilo de Chéjov, que ofrece un teatro de humores, es decir, un teatro que expresa lo que piensan y sienten los personajes principalmente en el texto en vez de la acción, así como en los silencios que hay entre lo que dicen.
De esa manera, inspirándose en la teatralidad chejoviana, el dramaturgo español José Sanchis Sinisterra (1940), concibió la obra Éramos tres hermanas (Variaciones sobre Chéjov), la cual da un giro a la historia original de las mujeres y le otorga distintas significaciones, por medio de la reconstrucción del texto.
La puesta en escena, presentada por la Compañía Nacional de Teatro en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, ofrecerá funciones los días 4 (20:30 h.), 5 (19:00 h.) y 6 (18:00 h.) de septiembre.
Olga, Masha e Irina se han quedado solas en una ciudad provinciana de Rusia. Añorando el pasado que les dio tantas emociones, se afligen del presente y se preguntan, sumergidas en un profundo pesimismo existencial, sobre lo que les depara el futuro de su vida.
Su lamentación las ha dislocado del flujo del tiempo y, al estilo beckettiano, se van desintegrando gradualmente conforme van repitiendo una y otra vez sus recuerdos de un pasado que probablemente nunca tuvo lugar. En esencia, las hermanas se preguntan, ya sea directamente o intertextualmente, el auténtico significado de la vida; y buscan sentido al sufrimiento que conlleva.
Lo que hace Sanchis Sinisterra es tomar un clásico de Chéjov, deconstruirlo e integrarlo con elementos dramatúrgicos de figuras como Samuel Beckett y Harold Pinter para otorgarle otro sentido.
“Chéjov se anticipaba de alguna manera a lo que sería la dramaturgia de la mitad del siglo XX y mientras más me concentro en su obra, más temas aparecen”, afirma el dramaturgo y director. “Lo que hago es crear una dialogicidad un poco más dinámica de modo que respeto las frases del texto pero las distribuyo en criterios y pautas musicales de variación, repetición y progresividad de la información. Se trata de un experimento formal que hago sobre todo en la primera secuencia”.
Por eso es que a lo largo de la obra se percibe, a través de los diálogos, la entrada y profundización a un bucle que parece no tener salida, así como lo absurdo de las acciones de las hermanas que se hace evidente, lo cual resalta el carácter existencial que permea los diálogos.
En una suerte de tragicomedia donde no hay final feliz, Éramos tres hermanas (Variaciones sobre Chéjov) no se trata de cómo termina, sino de lo que sucede en el recorrido; es sobre lo que no se dice, sobre la sensación espectral que hay entre los vacíos de cada frase, así como lo que se expresa implícitamente entre líneas.
Después de ser estrenada en Madrid y posteriormente en Barcelona, Éramos tres hermanas (Variaciones sobre Chéjov) llegó a México para ser presentada en el bajo la dirección del autor mismo —por vez primera—.
Siendo uno de los autores más premiados y representados del teatro español contemporáneo y un gran renovador de la disciplina en su país, Sinisterra es también reconocido en el campo pedagógico. El también autor de 50 textos teatrales traducidos a varios idiomas, destaca la doble lectura que tiene su pieza, tanto para el espectador avezado en las obras de Chéjov, como para el que no está habituado a ellas.
Cada montaje que realiza busca ávidamente la exploración a territorios desconocidos. Su estilo es el de la constante indagación en nuevas propuestas que crucen las fronteras de la teatralidad y se encuentren despojadas de los principales elementos de lo convencional en el teatro, para modificar los mecanismos de percepción del espectador.
Debido a su labor como dramaturgo, José Sanchis ha sido asociado a la corriente modernista del siglo XX, alrededor de escritores como James Joyce y Franz Kafka.
La pieza está protagonizada por Ana Ofelia Murguía (Olga), Marta Verduzco (Masha) y Marta Aura (Irina), actrices icónicas del teatro mexicano e integrantes del elenco de la Compañía, quienes ya habían participado con el director valenciano en otros de sus montajes.
Tener la oportunidad de ver Éramos tres hermanas (Variaciones sobre Chéjov) es algo inusual, al igual que presenciar la capacidad actoral de estas tres mujeres que cuentan con una extensa carrera artística en un recinto tan memorable como lo es el Teatro de la Ciudad. Seas admirador de Chéjov o no, es una obra que merece ser vista por su calidad y por la reflexión que plantea ante los intentos humanos —probablemente vanos— de tratar de encontrar un significado a la vida y a la percepción de la realidad —o realidades—.