El poder de los recuerdos, la soledad y una amistad que se ha desgastado por una vieja traición se hacen presentes en El último encuentro, obra del escritor y periodista húngaro Sándor Márai (1900-1989), llevada al teatro por la Compañía Nacional de Teatro (CNT).
Adaptada y dirigida por Salvador Flores, esta pieza teatral escenifica el trabajo de uno de los escritores europeos más importantes del siglo pasado —comparado con Thomas Mann y Franz Kafka— en un espacio minimalista que representa el viejo castillo ubicado en los Cárpatos húngaros, donde se desarrolla la historia de dos viejos amigos que se reúnen después de 41 años: Henrik, un general retirado del extinto Imperio Austrohúngaro, y Kónrad, quien tras haber cursado la academia militar con su amigo decide escapar sin ningún claro motivo para vagar por el mundo.
Al traducir y adaptar la obra realista de Márai, Salvador Flores respeta el estilo puntual y melancólico de la narraciónm al igual que los profundos monólogos que declaman los personajes a lo largo del texto, pero al tratarse de una transición al ámbito teatral, Flores propone un montaje en el que el transcurso de la acción central es fracturada por movimientos discursivos que se presentan como flashbacks o como recuerdos que bien pueden tratarse de ilusiones de ensueño.
Asimismo, el castillo, los muebles y demás objetos que lo habitan están impregnados de reminiscencias y de lo que está por desaparecer, como si el tiempo estuviera suspendido en el presente y el pasado regresara para reincidir en las memorias de los personajes que lo reviven por última vez, en un encuentro que no se repetirá.
La esencia del contenido reposa en los recuerdos como salvavidas de lo que el tiempo se llevó, ya sea la pérdida de un imperio, de una sociedad o de una amistad que languidece por la ausencia y la duda que corroe a un espíritu ansioso de saber la verdad.
Como en la mayoría de los casos, el motivo de disputa entre los dos hombres es una mujer —Krizstina—, y “a través de una relación de amistad y un triángulo amoroso, mientras Henrik y Kónrad están encerrados en un castillo, su diálogo evidencia la desaparición del Imperio Austrohúngaro, de una sociedad y de una época que no se volverán a recuperar”.
“En la obra de Márai, la música, la palabra, la amistad, el amor y el tiempo son elementos fundamentales reflejados en cada personaje. En este caso es Nini, el personaje femenino, interpretado por Martha Verduzco, el que le da sentido a la obra”, comentó el director.
Nini es la nodriza de Henrik, quien asegura conocerlo mejor que nadie, al igual que Kónrad. Por eso es el personaje de Nini tiene la función de narradora en la obra y es el hilo conductor que guía al espectador por el transcurso de la acción y que, a pesar de conocer el resultado del enfrentamiento verbal entre los dos amigos, ella se mantiene como observadora.
La puesta en escena pertenece al séptimo ciclo de la CNT en el rubro de Patrimonio universal del teatro; además de Verduzco participan Mariana Giménez, Luis Rábago, Juan Carlos Remolina, David Calderón, Ricardo Leal y Rodrigo Alonso.
Este patrimonio se encarna en la importancia universal de la obra de Márai, también novelista y dramaturgo, autor de La herencia de Eszter, Divorcio en Buda, La mujer justa y Confesiones de un burgués. Detractor del régimen nazi, el autor húngaro vivió en la Europa de entreguerras, lo cual influenció profundamente sus escritos. Cuando los soviéticos—quienes lo tildaban de autor decadente y burgués— ocuparon su país después de la Segunda Guerra Mundial, se vio forzado a emigrar a Estados Unidos, donde se suicidó a los 89 años.
El último encuentro cuenta con una doble temporada, la primera hasta el 13 de diciembre y la segunda del 17 al 31 de enero de 2016 en la Sala Héctor Mendoza de la CNT. La entrada es libre y el cupo limitado.