Por Magdalena Carreño
Rodrigo, un joven que trabaja como asistente de la directora de un museo en la Ciudad de México y cuya vida rutinaria le proporciona todo lo que necesita. Incluso, asume orgullosamente su mediocridad. Sin embargo, a raíz de un pequeño cambio de hábitos, modificar su caminata de regreso a casa y empezar a coleccionar bolsas usadas de té, alguna extraña fuerza del universo comienza a detonar otro tipo de situaciones que distorsionan la seguridad de su mundo.
Así inicia En medio de extrañas víctimas (Sexto Piso, 2013), de Daniel Saldaña París, quien en su primera obra de largo aliento toca temas como las vanguardias, los absurdos, la incapacidad de disfrutar la vida y la falta de capacidad de algunos seres humanos para establecer relaciones significativas.
Daniel Saldaña París definió al modelo de su protagonista como un tipo de Bartleby, el escribiente, quien tiene como móvil existencial la inercia y la no acción. “Uno pensaría que justo la inercia y la no acción llevarían a un estancamiento de la trama, pero es justo tan en un tono fársico que esa no acción desata situaciones absurdas o medio disparatadas, como el enamorarse de una gallina o encontrarse una caca y cosas así”, dice.
En medio de extrañas víctimas se divide en tres partes: la primera transcurre en la Ciudad de México, donde la voz principal la lleva Rodrigo; más adelante es presentado Marcelo Valente, un académico español que llega a México tras los pasos del intelectual Richard Foret y su esposa Bea Langley, quienes se convierten en elementos de cohesión entre una trama y otra. La tercera parte de la historia transcurre en un pueblo llamado Los Girasoles, donde las vidas de todos darán giros inesperados.
El editor y también autor del libro de poemas La máquina autobiográfica, explica que el proceso de crear el libro inició con algunos apuntes que tenía sobre Rodrigo. “Pero quería hacer algo con estructuras repetitivas, como un tipo que tiene comportamientos coleccionistas y de pronto medio obsesivos, empecé con esa historia que sentí después se quedaba un poco corta. Es decir, quería meterle otros ámbitos, otras temporalidades, otras voces, que no todas tuvieran primera persona sino diferentes personas narrativas, y entonces ya se fue disparando hacia otras dos historias”, comenta.
Asimismo, detalla que el resultado final tiene que ver con la lentitud con la que escribe, llevándolo durante cinco años a reescribir varias veces, cambiando personajes, situaciones y lugares. “A veces dejaba de escribir seis meses, la retomaba y la rescribía otra vez por completo porque no me gustaba lo que tenía. Fue muy accidentado, también creo que el hecho de tardarme mucho y de escribirla interrumpidamente determina los cambios de ritmo de la narración”.
Los detalles del relato durante la primera parte de En medio de extrañas víctimas pueden resultar conocidos a los lectores; la rutina de Rodrigo básicamente engloba su casa y la oficina, este último espacio y los actores en él son clave en la toma de una de las decisiones más peculiares que tomará.
Y aunque Daniel Saldaña París no había tenido propiamente una experiencia de trabajo en una oficina gubernamental, explica que desde su punto de vista “todas las oficinas son iguales en realidad, con más o menos papeleo”.
Sin embargo, para romper con esta estructura y darle mayor agilidad a su relato, el también creador del Método Universal de Poesía Derivada decidió cambiar lo conocido y cercano a su propia experiencia por inventar un pueblo imaginario llamado Los Girasoles, donde quedará manifiesta la inquietud de Rodrigo por encontrar alguna relación significativa.
“Sacar la trama de la Ciudad de México a un pueblo o una ciudad pequeña era mucho más manejable en términos de la construcción de la ficción, porque es más probable que todos los personajes terminen conectados y se den más rápidamente los encuentros”, explica. Asimismo, comenta que la inspiración para este lugar provino de los años en los que vivió en Cuernavaca, combinados con rasgos de lugares como Tepoztlán, San Miguel Allende y de entornos creados por escuelas como el Colegio de la Frontera Norte o el Colegio de Michoacán.
Para realizar este cambio de lugares y cohesionar la historia, el autor abre espacio a un homenaje a las vanguardias artísticas, a través de la inclusión de Richard Foret y Bea Langley, quienes también sirven para tener otras visiones del país.
“Aparece en (Richard) Foret primero y también en (Marcelo) Valente esta lectura extranjera fascinada y medio ciega del país, que me gusta. Me gustan en general todos los artistas que recalaron en México y que no entendían un carajo, como Artaud, que estaban medio deslumbrados pero no sabían por qué”.
Richard Foret está basado en el boxeador y literato Arthur Cravan, quien a los ojos de Daniel Saldaña París “es como un hombre de acción en toda la extensión de la palabra”, lo cual le sirvió para comparar esta imagen con la de Rodrigo y Marcelo Valente.
Para Daniel Saldaña París estos periodos de la historia son muy interesantes. El desarrollo de las vanguardias estéticas tiene para él “muchos personajes que son artistas pero a la vez son hombres de acción, involucrados en la vida pública, en la vida política, a veces de maneras muy extravagantes como en el caso de Richard Foret. Quizás es un poco mi pecado idealizar a las vanguardias, pero me gustaba contraponerlo a esa grisura del momento presente”.
Una grisura que Rodrigo plantea desde el inicio: “Los domingos no cuentan: consisten –estoy exagerando— en veinticuatro horas perdidas de las cuales no recordaré nada al día siguiente, y ese día siguiente, el lunes, marca el principio del reino de la inercia, cuya única función es llevarme suavemente, como flotando en una nube de certezas, hasta el sábado siguiente”. ¿Qué lector no se sentiría identificado con esto? En cada uno de los personajes y lugares de En medio de extrañas víctimas los lectores irán de una tonalidad a otra, como si se cambiará del blanco y negro al color.