En cuanto la leyó, el editor Rafael Giménez Siles sólo atinó a decir: “No, René, yo no me voy a la cárcel por tu culpa, no puedo publicar tu novela”. Pero René era necio e intentó darle salida a su texto en otro lado. Mala suerte. Joaquín Diez-Canedo le aconsejó quemarla, mientras que la editorial Joaquín Mortiz lo invitó...