Conocer a nuevas personas significa relacionarte con el mundo exterior, así como viajar implica conocer la complejidad del planeta que habitamos.
Podría ser una persona de la misma colonia, de la misma delegación o de la misma ciudad en la que vives, pero también puede ser alguien a quien jamás pensaste conocer, proveniente de otro continente, de otro mundo al que conoces. Desde muy pequeña siempre tuve la idea de viajar por todo el mundo, recorrerlo de Norte a Sur y de Este a Oeste. Conforme fui creciendo conocí a un músico jamaiquino, quien relataba en sus canciones historias sobre la liberación del pueblo africano, y fue entonces cuando empeñé toda mi existencia en ir algún día a aquel lugar mágico que aloja los desiertos más inmensos y a los animales más hermosos del planeta.
Por lo tanto, encontrarme con Fatoumata Diawara no fue coincidencia laboral, fue el destino. La artista de Mali, quién ofrecerá hoy un segundo concierto en el Teatro de la Ciudad como parte del Festival del Centro Histórico de México, compartió este sábado unos momentos con algunos medios de comunicación.
En esta breve pero muy productiva cita, me di cuenta que nuestros continentes se dividen sólo por cantidades masivas de agua y nada más. Entendí que conocerla frente a frente fue algo que necesitaba pasar para comprender la importancia que tienen este tipo de festivales alrededor del mundo y no sólo en México, para acercarnos con artistas de otras latitudes que nos demuestran que como personas no somos tan diferentes.
Fatoumata habla de la música como otro lenguaje para expresar algo que sólo los niños son capaz de hacer: decir la verdad sin pensarlo dos veces. Señala la importancia de la inocencia en su mundo artístico y humano y cómo esto es algo que ninguna persona debe de perder a lo largo del viaje de la vida. Explica que hay ciertas cosas que no se enseñan en la escuela y cómo el verdadero encuentro de los ritmos se convierte en un lenguaje que no diferencia a las personas por su raíces.
Fatoumata canta sobre temas relevantes, como la defensa de los derechos de las mujeres, o de los migrantes que viajan a Europa buscando mejores oportunidades de vida.
Además de haber formado una carrera en la música, Fatou también ha participado en la escena cinematográfica con el filme Tombuctú, una historia que cuenta el combate silencioso y digno de hombres y mujeres, y el futuro incierto de los niños en esta ciudad localizada en la República de Mali. El trabajo que realizó la artista pudo haber sido una experiencia peligrosa, pero comenta que “siempre es un peligro hablar sobre estos temas, pero alguien tiene que hacerlo”.
Durante los aproximados 20 minutos de charla con Fatoumata Diawara, mi mente trabajó a mil por hora al escuchar los pensamientos en voz alta de una persona que proviene de un lugar lejano y quizá inalcanzable para muchos; al escucharla hablar sobre la pasión y espiritualidad que empeña en su música, su trabajo como actriz, pero más allá de su papel como artista; como si fuese una amiga que no había visto en un largo tiempo sobre temas de interés que surgen en mis pensamientos a diario, como la cuestión social que viven nuestros países. Me explica que para cambiar un país no es necesario cambiar al gobierno, a los políticos e inclusive al sistema, sino hablarle a la gente de lo que conoces y sobre lo que sabes, porque ellos lo viven también, y de esta manera crear una conciencia más eficaz. Me aconseja sobre el beneficio que tiene ser sincera mas no violenta, sobre la relación que se debe de tener con la sociedad para trabajar juntos por el cambio, porque éste surgirá a través de lo que uno haga, no por lo que los demás dejen de hacer.
Escuchar esas palabras de su persona me dejaron inspirada, tal como lo hizo el señor Robert Nesta Marley al cantar lo siguiente en Redemption Song:
♪ ♫ Emancipate yourselves from mental slavery; none but ourselves can free our minds.
Have no fear for atomic energy, ’cause none of them can stop the time. ♩ ♬
Aunque no haya presenciado aquella generación a la que Bob Marley dedicaba sus letras, la relación que tengo con su trabajo es sumamente profundo, pero ahora al ver a Fatoumata Diawara en persona y tener la oportunidad de saber sobre su vida y sus intereses es simplemente espléndido saber que esta generación cuenta con la presencia de personas así, que en algún futuro dejaran una huella en la historia del arte, de la cultura pero sobre todo en el compromiso social para mejorar la situación no sólo de su tierra natal, sino de un continente entero y tal vez hasta del mundo.
Además de tener un talento inigualable e indudable, Diawara posee la sencillez necesaria para aliarse y relacionarse con las personas que la rodean, y eso, eso es la definición de una artista de verdad.