Este fin de semana el Centro Cultural Ollin Yoliztli acogerá el estreno mundial de una nueva obra musical del compositor mexicano Antonio Juan-Marcos (1979), a cargo de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM).
Nocturno Eléctrico no es una pieza cualquiera. Se trata de una composición que se rebela contra los cánones convencionales de la música orquestal y se atreve a incluir a la guitarra eléctrica, como un timbre más a la paleta sonora.
Después de colaborar con la OFCM por medio de la pieza Amanece, Juan-Marcos inició los preparativos al lado del director artístico de la Orquesta, José Areán, para concebir Nocturno Eléctrico, y ambos concluyeron que Alejandro Marcovich (1960), afamado guitarrista argentino-mexicano, era la opción ideal para dar vida al papel de la guitarra eléctrica.
Es importante destacar que no se trata de rock sinfónico sino de simplemente música. La intención no es adaptar una canción de rock a la orquesta ni viceversa; el objetivo es explorar nuevas sonoridades y aprovechar la versatilidad de la guitarra eléctrica para renovar el lenguaje musical.
“No es un rock sinfónico o tratar de poner elementos clásicos en el rock. Justamente es un espacio de libertad donde lo importante y lo interesante son conceptos sonoros que no pertenecen a ningún estilo en particular, ni de rock ni de música clásica, de formatos clásicos; y creo que ese es un elemento importante a destacar porque aparte refleja una actitud en común entre Alejandro, José y yo, que es la actitud de no auto-limitarse por definiciones”, declaró el compositor.
“Yo fui rockero y muchas veces me preguntan cómo salté del rock a la música clásica. ¿Saltar? Como si fuera la reata, ¿no? No hay salto. Para mí la música es la música”, comentó por su parte Areán, quien fue bajista de la banda Bon y los Enemigos del silencio, y que conoce a Marcovich desde la adolescencia, con quien comparte una historia tanto creativa como amistosa.
“Tocamos juntos. Tuvimos un grupo de rock juntos y debo decir también que a Alejandro no sólo le debo una colaboración artística que duró algunos años y una gran amistad que ha durado también estas décadas, sino también que él fue quizá el que me empezó a mostrar un camino que tenía que ver con el camino del estudio profundo, del estudiar tu instrumento, del meterte a escuchar y analizar lo que estabas escuchando. No nada más que te gustara un grupo.”
El característico estilo musical de Marcovich juega un rol fundamental en la interpretación de esta nueva obra. Su inclusión a este osado proyecto no es simplemente un hecho de conexiones por su amistad con el director artístico de la OFCM, ya que la elección de invitarlo a tocar no fue de Areán solamente; Juan-Marcos fue el que lo nombró desde un inicio. La misma pieza fue creada pensando en Marcovich como intérprete.
“Antonio está incorporando la guitarra eléctrica como un timbre más a los 95 músicos de la Filarmónica y me está pidiendo a mí que ejecute sus ideas, lo cual es una aventura por decirlo de alguna manera. Ver una partitura donde yo busco las notas en el diapasón de la guitarra y tengo que encontrarlas en lugares donde mis dedos no están acostumbrados a caer porque no son escalas, no son frases que yo toco, no son compases a los que estoy acostumbrado a tocar; no es un lenguaje, por decir así, de los que yo aprendí”, detalló el guitarrista.
Juan-Marcos, quien ha desarrollado la mayor parte de su formación musical en París, tiene una cualidad musical muy francesa en sus composiciones. Así como el impresionismo en las artes plásticas nació en Francia, el maestro mexicano se sumerge en un impresionismo musical, el cual contribuye con novedosos colores y matices a la totalidad sonora de la orquesta, y en este caso opta por utilizar la expresividad de la guitarra eléctrica para crear texturas cargadas de emociones, que se funden en un equilibrio sensorial y refinado entre el instrumento y el resto del conjunto musical.
“Mi música va sobre el lirismo, sobre una cierta fragilidad, sobre atmósferas, colores; entonces esta manera íntima de tocar la guitarra se presta con mi tipo de expresión. Y por otra parte la expresión de mi lenguaje musical puramente técnico que busqué en esta pieza fue refrescar el sonido de la orquesta”, explicó.
Asimismo, para Marcovich representa un reto tocar en un mundo musical muy distinto al que está acostumbrado. Requiere un alto grado de concentración el desenvolverse ante una composición completamente desconocida, pero al mismo tiempo es una apertura a una renovada expresión creativa.
“Mi carrera es larga. Llevo 35 años más o menos de carrera profesional y esto es así como algo que viene a refrescar mi carrera, y creo que para todos los músicos si algo podemos anhelar en el transcurso de nuestra carrera son esas bocanadas de aire fresco. El poder encontrarte con algo nuevo y recorrerlo y aprender”, destacó el ex guitarrista de la banda mexicana Caifanes.
Aunado al estreno mundial de Nocturno Eléctrico, el programa de los días 12 (18:00 h.) y 13 (12:30) de septiembre contará con obras icónicas del nacionalismo musical. Como cada septiembre, la OFCM interpretará piezas que ensalzan lo mexicano en la música como Cumbres, Sinfonietta y Huapango de José Pablo Moncayo (1912-1958); Sones de mariachi de Blas Galindo (1910-1993); y Sinfonía india de Carlos Chávez (1899-1978). De esa manera, se crea un contraste entre la sinfonía tradicional y la ecléctica, que está en pleno auge.
“En la música finalmente estás buscando identidad como país y como cultura. Hoy en día no es tan fácil como en los años 40-50, que era muy claro que Chávez, Blas Galindo y Moncayo iban a hacer música que sonara mexicana, y que agarraban un huapango literalmente que lo habían escuchado en Veracruz o en San Luis Potosí y se lo traían para acá y lo orquestaban. Eso es una salida que en ese momento tuvo un significado, pero hoy en día tienes un compositor ecléctico, a un músico de rock súper ecléctico también porque él no toca nada más rock, en efecto, es música latinoamericana. Eso es lo que me interesó en cuanto a la confrontación de estas obras que todo el mundo conoce con un estreno mundial que nadie conoce”, especificó José Areán.
Igualmente, Juan-Marcos preponderó respecto a la confrontación del nacionalismo musical y su evolución mediante la experimentación y búsqueda de alternativas en la composición y ejecución.
“Creo que es interesante aceptar y verbalizar que estamos en una época donde tal vez la mexicanidad no radica necesariamente en el folclor y es bueno asumirlo. Soy mexicano, pero tengo una sensibilidad que de alguna manera se va a expresar sin necesariamente remitirme a algunas fórmulas que eran necesarias, tal vez, en algún tiempo, pero creo que estamos en una época donde lo mexicano está en otra parte. Está tal vez en una educación emocional, en una cierta sensibilidad que de alguna manera está ahí, pero no está en el folclor y para mí es importante mencionarlo”, concluyó.