Estás en Tinder explorando, ya sea en busca de un amigo o algo más, y finalmente te encuentras con alguien realmente especial. La curiosidad va tomando el control de ti y después de cinco minutos de conversación te das cuenta que quieres conocer a esa persona de una manera más directa: frente a frente.
La cita ha sido establecida y, una vez que llega el día, vas al lugar de encuentro emocionado, ilusionado e intrigado por la insólita atracción que sientes, pero el tiempo transcurre ineludiblemente y no logras avistar a esa persona. Después de un rato te llega un mensaje que dice: “Mira el libro que está a tu lado”. Volteas y ves ese misterioso ejemplar para darte cuenta que tu cita no se trataba de un individuo de carne y hueso, sino de un personaje literario. ¿Te sentirías fascinado o decepcionado?
Un poco confundido y desorientado lees otro mensaje que te llega, el cual te notifica que has sido parte de un experimento elaborado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y la agencia publicitaria OnlyIf para fomentar la lectura.
Para algunas personas esta experiencia fue real. Este práctico y aparentemente efectivo encuentro literario en Tinder —aplicación frecuentada por millones de personas en todo el mundo— fue realizado por varios protagonistas de libros del FCE, como Carlota de Noticias del Imperio (Fernando del Paso), Teódulo Batanes de Antología policiaca (Rafael Bernal), Demetrio Macías de Los de abajo (Mariano Azuela), Inmaculada de Inmaculada, o Los placeres de la inocencia (Juan García Ponce) y Leticia Barba de Los talleres de la vida (Ricardo Elizondo Elizondo), a los cuales se les creó un perfil en Facebook y Tinder para ser notados por la comunidad virtual de las redes sociales y, de esa manera, seducir a personas que están enamoradas de la lectura sin saberlo a conciencia.
La dinámica, que duró dos semanas, consistió esencialmente en un juego cómico y hasta atrevido, en el que los participantes lograron conocer algunas de las facetas de los personajes a través de breves fragmentos de los libros seleccionados; de esa manera estaban leyendo un libro sin saberlo.
“Teníamos ganas de romper un paradigma y encontrar la solución de otro. Por un lado teníamos la concepción social de que, si no te enamoras de la lectura de pequeño, de grande era imposible que lo lograras. Nosotros pensamos que para el amor no había edad y estamos seguros de que para la lectura tampoco. Existe un dato que arroja que la gente deja de leer porque se encuentra con lecturas que no le gustan, y entonces confunde el ‘no me gusta esta lectura’ con ‘no me gusta leer’”, explicó Enrique Bagarino, de la agencia OnlyIf.
Los cinco minutos que duró la conversación se debe a que, según los cálculos de OnlyIf, es el promedio que un mexicano lee diariamente. Por ello, después del tiempo estimado se les hizo saber que eran parte de un experimento y les proporcionaron la liga donde podían descargar el libro de manera gratuita. Los que sí llegaron a la fase de la cita se encontraron con el libro, una rosa y una nota que decía: “Búscame en tal página”.
El objetivo central de esta arriesgada propuesta fue la de lograr que la gente experimentara la lectura de una forma novedosa y reveladora para propiciar un alza al promedio de lectores en México.
Últimamente, el FCE ha decidido efectuar diversos proyectos en el mundo digital, como un concurso de booktubers para que reseñen libros de la editorial.
“Estamos haciendo esta serie de pruebas para comunicar y llegar con el lenguaje, quizá más contemporáneo, a ciertos sectores sociales. Es evidente que hay un sesgo por la tecnología, el acceso a los medios y demás, pero el propósito es comunicar de un modo distinto, recabar opiniones y respuestas de esos públicos”, comentó Tomás Granados, gerente editorial del Fondo.
Esta breve, pero significativa propuesta, muestra la voluntad del FCE para salir de su zona de comfort y probar métodos que consigan estimular a las personas del siglo XXI para leer y se despojen de ideas anticuadas en torno a la literatura. En este caso, se afronta la realidad de que gran parte del público se encuentra en redes sociales, lo cual presenta tanto un reto como una oportunidad para profundizar en estas redes virtuales con el fin de fomentar la lectura en un país que cuenta con los más bajos índices respecto al resto del mundo.
Por ello es que ésta y demás propuestas del Fondo son aceptadas con entusiasmo y con el tiempo se verán proyectos de mayor envergadura que logren cambiar sustancialmente la generalizada falta de interés por la lectura en nuestro país.