El Gabo no recomienda Amar, beber y cantar –bueno… sí, pero no la película que se llama así– o de la presencia de las ausencias como la mejor escenografía.
¿Dónde están los límites de lo que estamos representando?
¿Y el animatronic, qué?
¿Qué le falta a una película encantadora para recomendarla?