Caminar por las grandes avenidas de la Ciudad de México se ha convertido en un placer para cualquier persona que viva y visite esta gran urbe; el contexto y esplendor de sus obras arquitectónicas la ha diferenciado de otras metrópolis alrededor del mundo.
¿Quién ha puesto en ese lugar a nuestra ahora Ciudad de México? Nombres de arquitectos y artistas hay muchos, pero uno de los más destacados es la leyenda Teodoro González de León.
Una trayectoria de más de 70 años, una visión diferente de las ciudades y, ante todo, su congruencia en el estilo de sus obras, lo han convertido en uno de los grandes en el mundo de la arquitectura a nivel internacional. Con 89 años de edad ha demostrado ser un hombre fiel a todo lo que el movimiento moderno le ofrece.
El Museo de la Ciudad de México, en el marco de Mextrópoli, Festival Internacional de Arquitectura y Ciudad, cuenta la historia de este gran arquitecto con 55 modelos de sus inmuebles más representativos, que estarán disponibles hasta el 29 de mayo, en la muestra Teodoro González de León. Maquetas.
La exposición está pensada como si fuera una calle con edificios, los cuales evocan algunas de sus obras más emblemáticas pues, a decir del arquitecto, “las maquetas son la representación más fiel que hacemos de un proyecto”.
En la “Teodorópolis” que podría ser la Ciudad de México, parafraseando a Miguel Adriá, director de Arquine y de Mextrópoli, es posible encontrar numerosas obras arquitectónicas de González de León, entre las que destacan Reforma 222, las Torres Arcos Bosques, el Edificio del Poder Judicial de la Nación y el Colegio de México, entre otros. Es sencillo identificar la obra del arquitecto por el uso de materiales como el concreto, además del diseño minimalista en la mayoría de ellos.
Cuando se tiene la oportunidad de verlo en persona y de platicar con él, en sus ojos sigue despierta esa pasión por crear, por inventar edificios que nunca han sido vistos y también esa hambre que se supondría deberíamos tener todas las personas: hambre de vivir. En su acta de nacimiento podrá decir que tiene 89 años, 90 en mayo, pero en su andar es un joven que sueña con vivir al máximo cada día de su vida.
“Siempre he querido que mi arquitectura deje una huella que la gente recuerde siempre. Me interesa que mi arquitectura marque vidas”.
Teodoro puede parecer el hombre que logró sus metas sin problemas, pero no fue así. Llegar al lugar dónde está no fue fácil; las decepciones lo han acompañado en su camino, edificios que nunca pasaron de maquetas, de sueños; proyectos inconclusos que al día de hoy le duelen.
Pero lo que Teodoro siempre nos ha demostrado es que, a pesar de todas la trabas, tenemos un hermoso Museo Tamayo, un MUAC en el corazón de los universitarios, un nuevo Auditorio Nacional, muchos edificios y recintos que han hecho de la Ciudad de México la belleza que es hoy.