Arte y Cultura

La fama, algo “grotesco y excesivo” para Lucas Debargue, quien estuvo en el Festival del Centro Histórico

Debargue, Lucas, pianiste français ; né le 23 octobre 1990. Photographie, août 2014. Photo: Bernard Bonnefon

Aunque la fama le llegó de la noche a la mañana, no es algo que le impresione. A sus 25 años, el pianista francés Lucas Debargue es considerado por algunos como el intérprete del momento en dicho instrumento, tras ganar en 2015 el cuarto lugar en el Concurso Internacional Tchaikovsky, que se realiza cada cuatro años en Rusia y que durante más de 50 años se ha dedicado a descubrir nuevos talentos.

Críticos y especialistas en piano aseguraban que Debargue debía haber ganado el primer lugar, por el talento y la maestría con las que ejecutó, particularmente, el Gaspard de la nuit de Ravel, una de las piezas más complejas del compositor francés. Sin embargo, fue el campeón sin corona.

Debargue ofreció un concierto en el Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México, donde interpretó, además de la pieza que lo ha hecho famoso, sonatas para piano de Domenico Scarlatti y  Ludwig van Beethoven, y la Balada nº 4 en fa menor, op. 52 de Fryderyk Chopin.

En entrevista con Arte y Cultura, el joven músico admite que pasar de ser un desconocido a una celebridad en la escena de la música de concierto le resulta “grotesco y excesivo”.

“De un día para otro no era nada para nadie y luego me consideran un genio. Ya había algo excesivo en mi situación antes, porque estaba casi completamente solo y eso no es normal. No es normal estar solo y luego ser conocido por todos. Sigo solo, porque sigo buscando relaciones profundas con la gente, y no significa que por tener más energía humana alrededor ha cambiado. Muchas veces es muy superficial”, dice.

El músico, que desarrolló sus habilidades al piano de manera autodidacta, comenzó sus estudios en el instrumento a los 11 años, los cuales abandonó cinco años después. No fue sino hasta los 20 años que volvió a tocar el piano, ya con un interés profesional, y conoció a su actual profesora, Rena Shereshevskaya, quien lo preparó para entrar al Conservatorio Nacional Superior de Música de París, y con quien sigue estudiando en la Escuela Alfred Cortot.

Lo difícil para el pianista, quien luego de su triunfo en el Concurso Tchaikovsky se ha presentado en festivales y teatros de Polonia, Corea del Sur, Rusia y China, es saber cómo logrará mantener en alto el reto de ser un gran intérprete.

“No sé cómo me convertí en esto que soy ahora. Lo más importante fue conocer a mi maestra, que es rusa pero vive en Francia, y fue la primera que me puso en contacto con los requerimientos para tocar el piano, y descubrí esta parte que ignoraba totalmente antes, pues tocaba por mí mismo, absolutamente ‘salvaje'”.

Con su profesora, Debargue ha aprendido a respetar la música. “No es respeto al compositor, porque no me interesa la cuestión del estilo. ¿Quién puede hablar del estilo de NMozart? Nadie conoce a Mozart. Las únicas claves que tenemos están en la partitura. ¿Qué haces con la partitura y tus oídos? Hablar del estilo y los dedos, no es mi asunto. Entrenar con los dedos y pensar al último momento en el estilo, como ‘ah, tengo que tocar música francesa y tiene que ser ligera, o tengo que tocar a Beethoven y tiene que ser…’, me parece ridículo. Son ideas de los críticos o de la gente que busca crear una confrontación entre los compositores”, señala.

En su concierto en el Palacio de Bellas Artes, el músico sorprendió a varios de los asistentes al interpretar su programa sin el uso de partituras, evidenciando las infinitas horas de práctica y la memoria prodigiosa que tiene.

Debargue, quien tiene un gusto particular por el jazz, dice que disfruta escuchar de cualquier tipo de música. “Cuando hay melodía, armonía y ritmo, se le llama música y es interesante. Hay diferentes melodías, armonías y ritmos, que me gustan, pero no puedo escuchar sólo a melodías, o sólo armonías o sólo ritmos, porque es ruido”.

Además de escuchar a los compositores clásicos, el joven pianista disfruta de leer literatura clásica y platicar de ello con su mejor amigo Martin Mirabele, soñar y viajar por otros países de Europa, como Italia y Grecia.

“Pero también necesito componer música, mejorar en el jazz, ver pinturas y buenas películas, nada muy especial”, dice con modestia.

Tras su presentación en la Ciudad de México, Debargue estará en la Gran Sala del Conservatorio de Moscú, el Festival Rostropovich y la Casa de la Música de Moscú, en Rusia; el Festival Internacional de Piano de la Roque d’Anthéron y la Fundación Louis Vuitton de París, en Francia; y el Koerner Hall de Toronto, entre otros compromisos.

Asimismo, a finales del mes de marzo presentará su primer álbum, en el que incluye las piezas que interpretó en su recital del Palacio de Bellas Artes.

 

 

Salir de la versión móvil