Arte y Cultura

La música calma a las bestias

por Patricia Cordero

@lacordero

Al entrar a una sala de conciertos, uno sabe que está por encontrar al domador perfecto para las salvajes bestias que carga en su interior pues, a veces, éstas necesitan una dosis de música para amansarse.

Así lo entendí cuando, hace varios años en un Festival Internacional Cervantino, escuché en vivo a Krysztof Penderecki interpretando una de sus obras. Entré al Teatro Juárez enfurecida y muy tarde, luego de una discusión telefónica con mi entonces editor, y tomé el lugar asignado en lo más alto del recinto. Era el peor asiento para ver algo, pero el mejor para escuchar la sinfonía que esa noche interpretaba el compositor polaco.

La música cayó como lanza cargada con un tranquilizante sobre el demonio furioso que alojaba en mi interior. Ahí lo supe: la música calma a las bestias. Me perdí entre las notas, dejé que la música inoculara y me hiciera olvidar, aunque fuera por un rato, el desaguisado.

Volvió a suceder y esta vez el domador fue Michael Nyman, quien llevó a mis bestias a pasear por una montaña rusa de emociones en el Palacio de Bellas Artes. En The Piano Concerto, pieza que interpretó el pianista Dimitri Dudin con la Orquesta Carlos Chávez, Nyman nos cuenta una historia sin palabras, que puede ser lo mismo una novela que una película (nada más hay que escuchar esta obra en la cinta The Piano, de Peter Greenaway), o la banda sonora de tu vida o la mía de principio a fin. Música que va de la inocencia a la nostalgia; del drama al triunfo; de la melancolía a un glorioso final. Música que estremece el corazón y eriza la piel. Música creada para acompañar imágenes, pero que logra despertar tantas historias como espectadores hay en la sala.

La señal de que las bestias están en calma es un profundo suspiro. Lo curioso es escuchar a más de uno alrededor con estas respiraciones cargadas de emoción, y saber que sus respectivas bestias se están poniendo cómodas.

Y allá van los demonios por donde Nyman los lleva, ahora a vivir la historia del cine mexicano en 28 minutos, con la interpretación de la Sinfonía No. 2 Distinto Amanecer, acompañada por la proyección de la película Ofrenda Mexicana. En ella, Emilio Maillé reunió extractos de 85 filmes nacionales, en una coreografía armónica de imágenes y sonidos que muestran el espíritu nacional a través de la cinematografía.Y las bestias ríen con Tin Tan y Cantinflas; quieren bailar al ritmo de Pérez Prado, Tongolele, María Rojo y Ninón Sevilla; sufren con Marga López y Dolores del Río; y se emocionan con los héroes del séptimo arte mexicano, como El Santo.

Todo podría ser paz hasta enterarse que, mientras algunas bestias encontraban tranquilidad al interior del Palacio de Bellas Artes, este país sigue manifestando su descontento en las calles.

¿Y si llenamos las avenidas de música? ¿Y si ponemos enormes bocinas en las plazas públicas con música de Nyman, de Moncayo o de Revueltas, de los clásicos o de nuevos compositores? ¿Y si la música nos cambia el panorama y nos ayuda a encontrar la paz? ¿Será que así se calman las bestias de este país?

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