Si te gusta la ópera, tal vez hayas escuchado de The Metropolitan Opera de Nueva York, una de las casas de ópera más importantes del mundo. Desde hace varios años el Auditorio Nacional ha sido sede para la proyección en vivo de algunas de sus funciones, que buscan llevar la ópera a la mayor cantidad de público posible.
En esta temporada, una de sus proyecciones fue Manon Lescaut, de Giacomo Puccini, transmitida en una pantalla gigante de alta definición, aunque por más calidad que tenga la imagen siempre será mejor presenciar este tipo de espectáculos en persona, ya que puedes ver por ti mismo los detalles en los que te deseas enfocar en lugar de seguir el cuadro que te marcan las cámaras.
Sin embargo, es una gran oportunidad, ya que no sólo te muestran la puesta en escena sino también un poco del tras bambalinas, incluyendo entrevistas con algunos de los productores, artistas y otras personalidades que hicieron posible la ópera del compositor italiano, que cuenta la historia de una joven hermosa llamada Manon Lescaut, quien cautiva a los hombres con su encanto pero, debido a su gusto por los lujos, la historia termina con desgracia.
La puesta en escena fue protagonizada por la soprano Kristine Opolais y el tenor Roberto Alagna, con una producción de Sir Richard Eyre y dirección orquestal de Fabio Luisi.
Una historia dramática, con un poco de comicidad y romanticismo que la producción del MET supo resaltar con cada uno de los detalles del vestuario y la escenografía, cuya movilidad y calidad transportó al público a la Francia de 1970, que es en donde se desarrolla la ópera. Éste puede ser uno de los puntos que más resaltan a la vista cuando estás acostumbrado a ver ópera en la Ciudad de México pues, en algunas ocasiones, lamentablemente la escenografía no está a la altura de la producción que el público espera ver.
Lo que también destaca es cuando escuchas cantar al coro, que se oye de manera fuerte y uniforme, así como las risas, cuchicheos y demás sonidos que se perciben con cierta intención que hacen que te sientas dentro de su mismo ambiente, como si también formaras parte de la historia y de lo que está sucediendo.
Algo que ocurre algunas veces en los recintos de la Ciudad de México es que el público suele dudar en los momentos en los que se debe o no aplaudir, causando la molestia de algunos que les responden con un “shhh…”, lo cual también puede incomodar a los demás e incluso a los artistas. Esto no ocurrió en la función del MET, en donde el aplauso del público se escuchaba al unísono.
Algunos artistas agradecen que el público aplauda en diferentes momentos de la función, ya que a ellos les gusta que los espectadores reconozcan su trabajo. Por supuesto, no todos piensan así; aunque el MET o alguna otra sala de conciertos no está exento de que el público pueda errar y aplaudir entre movimientos.
La ópera es para disfrutarse, como cualquier otra manifestación del arte: sin prejuicios. La diferencia es que los artistas no exhiben una pieza terminada, sino que están en vivo creando arte, dejando todo en el escenario, transmitiendo la carga de sentimientos que tiene cada obra impregnada por su autor, y que además son historias que para la mayoría de nosotros no pueden ser ajenas a nuestros sentimientos.
Si quieres disfrutar del espectáculo que ofrece el MET con la producción de sus óperas, no te pierdas la siguiente proyección que será el sábado 2 de abril con otra obra de Puccini: Madama Butterfly, a las 10:55 horas, que además, contará con una charla introductoria con el maestro Sergio Vela en el Lunario, a las 9:30 horas. La entrada a la charla es libre pero el cupo limitado.
La temporada del MET en el Auditorio Nacional sigue el 16 de abril con Roberto Devereux, y el 30 de abril con Elektra.