La subordinación de la mujer en el ámbito familiar es habitual en gran parte del mundo. En México, estas actitudes son vistas como algo normal y hasta como rasgo cultural del llamado machismo, lo cual ha provocado polémicas confrontaciones entre los que creen en la reivindicación de la mujer como sujeto independiente del hombre; aquellos a quienes les parece una hipocresía la lucha por la equidad de género y los que defienden la autonomía femenina sin darse cuenta que con su conducta están haciendo totalmente lo opuesto.
Como parte de una concientización en torno a esta problemática social en todo el mundo, recientemente diversos gobiernos han legislado medidas en defensa de la mujer. ¿Pero eso es suficiente para garantizar una auténtica equidad de género? ¿Qué pasa cuando una mujer asesina a un hombre en defensa propia? ¿Se justifica el crimen o se debe castigar? Además, ¿qué pasa cuando la deliberación recae en jueces masculinos? ¿Hay un conflicto de intereses de por medio?
El dramaturgo argentino Luis Agustoni (1943) ha decidido abordar un tema tan nebuloso como éste en su más reciente puesta en escena: La última palabra, que se estrenó mundialmente en México, en el Centro Cultural Helénico.
Siendo víctima de violencia intrafamiliar, la acusada justifica su cometido al defenderse, disparando cuatro balazos a su agresor, ¿pero esa es información suficiente para emitir un fallo?
“El tema de la violencia entre los géneros se ha exacerbado hasta el grado que hemos visto manifestaciones nacionales y en el extranjero, especialmente la violencia que padecemos las mujeres a manos de los hombres, que representa un 90% de los incidentes de violencia física reportados en un ministerio público. Entonces la obra pretende revisar estas actitudes de comportamiento. Pretende revisar también nuestros patrones culturales, porque el problema no es exclusivo ni de este país, ni de nuestra cultura latinoamericana, ni de ningún estrato socioeconómico. Es decir, es un problema que permea al mundo entero y cada vez de manera más preocupante”, mencionó Angélica Aragón.
El elenco está compuesto por Roberto D’Amico, Pablo Perroni, Víctor Huggo Martín y Adriana Llabrés.
D’Amico, quien es amigo de Agustoni, aclaró que el estreno mundial de La última palabra en la Ciudad de México es un gesto de gratitud por parte del dramaturgo ante el éxito que obtuvo su multipremiada obra Los lobos (1995) años atrás.
“Él quiso que la obra se estrenara en México, incluso antes que en Argentina o en otro país”, recalcó.
El teatro de Luis Agustoni se caracteriza por un amplio desenvolvimiento de la palabra, mientras que la acción pasa a un segundo plano. Sin embargo la precisa y perspicaz pluma del autor le da profundidad al argumento y lleva al público a recorrer largas distancias.
“Otra vez Agustoni es agresivo, directo; con un concepto muy lúcido de lo que dice, y la obra, que se basa en la palabra no es verborreica. Hay una enorme carga de acción psicológica y de enfrentamientos en este juicio que se lleva a cabo”, destacó D’Amico.
El hecho de abordar en el teatro un tema tan hablado como la violencia de género representa la oportunidad ideal para ir más allá de las perspectivas individuales y presenciar un panorama más amplio que permita una reflexión crítica.
“Me emociona mucho que podamos hablar en el escenario de un tema que se está hablando en la calle. Creo que es una de las principales funciones del teatro: reflejar la problemática que en algún momento preocupa a la sociedad, como a la mexicana”, comentó Aragón.
Al tratarse de la obra de un autor extranjero, ésta fue modificada para adecuarse a la realidad nacional. Es decir, la esencia permanece intacta, y lo único que se cambió fue el marco legal y social para que fuera lo más cercano a un reflejo de la actualidad.
Tampoco es “panfletaria”. No reproduce ningún tipo de ideología determinada, sino que muestra los distintos puntos de vista de cada personaje, permitiendo que el espectador formule sus propias hipótesis y creencias.
“Esta es una obra que me confronta personalmente. Casi todos tenemos un punto de vista que consideramos ser verdadero, y esta obra me ha hecho cuestionar mi propio punto de vista sobre la violencia de género. ¿Qué estoy haciendo yo al respecto? ¿Cómo desde mi entorno funciono, de tal manera que puedo o cultivar esta violencia de género o combatirla?”, opinó Victor Huggo Martín.
En cuanto a la dirección, Roberto D’Amico declaró que Aragón es la adecuada para guiarlos por una trama tan polémica debido a su trayectoria como activista y su compromiso con la causa de equidad de género. Además de que ambos se encargaron de cambiar ciertos detalles de la obra para el público mexicano.
“Si hay una mujer que tiene que dirigir este tipo de cosas es Angélica. No sólo artísticamente, sino porque está profundamente comprometida con una causa no feminista, pero sí involucrada con el rol de la mujer en la sociedad”.
La última palabra tendrá temporada hasta el 1 de agosto, todos los lunes a las 20:30 h. Dura aproximadamente 90 minutos y el costo de los boletos es de $250 y $300 pesos.