Por Magdalena Carreño
“¿Qué es la muerte, papá? ¿Qué es esto que a veces siento y me deja paralizado, como jugando siempre lo mismo, como si nadara en un mar o en un espejo o en un círculo que no se mueve?”, se cuestiona uno de los personajes del cuento Niño perdido, proveniente del libro El canto circular. Sin embargo, no sólo es él quien busca una respuesta, también lo hace el lector a lo largo de los seis cuentos que integran este volumen, del escritor Adán Medellín.
La estructura del libro es circular; la primera historia conduce a la segunda, ésta a la tercera y así hasta llegar a la última, la cual nos hace pensar en la primera, otra vez, todas bajo una misma premisa: ¿Cómo nos relacionamos los vivos y los muertos?
El canto circular–texto que da título al libro–, Atélier, Aves como bisturíes en la frente, Soledades de Lucio, Los demonios y Niño perdido, conjuntan una serie de inquietudes que el también autor de Vértigos tenía a partir de la muerte de su abuelo.
“Para mí fue una pérdida muy fuerte y mucho tiempo estuve tratando de explicarme esa situación de diferentes maneras con la poesía, con la literatura, hurgando en muchas cosas. Cuando empecé a entender que tenía que escribir sobre eso, los cuentos empezaron a brotar”, explica el también periodista.
“¿Quiere morirse, Héctor?
No es que quiera morirme. Pero es como si me hubieran preparado, si me hubieran lavado, abierto la cabeza, y sacado del mundo, como si me hubieran mostrado una visión que es insoportable porque es demasiado intensa para vivir con ella todos los días. Y no sé para qué”, narra en Aves como bisturíes, cuento que tiene como inspiración la historia real del poeta argentino Héctor Viel Temperley.
Y es que en cada historia se perciben de forma clara atmósferas enrarecidas, donde aunque se describa una realidad cotidiana, se presiente por igual que algo no es como lo pensamos. Al respecto, el autor puntualiza: “una clave de la narrativa es que no puedes enseñarle directamente el fantasma al lector, porque va a descubrir que el fantasma es él mismo; tienes que jugar y pensar qué tanto puedes mostrar. Eso fue uno de los grandes retos del libro, decir hasta dónde puedo contar.”
Asimismo, añade que casi todo el libro fue escrito durante la noche, por lo que también mantiene ese tinte que despierta la oscuridad. “El gran misterio de si va a amanecer o no, al lado de esas atmósferas hay unas más luminosas.”
Luces y sombras, certezas e interrogantes… El canto circular cuenta la visión que la muerte produce en los vivos, y en cada historia Medellín mantiene en suspenso al lector.
“Está contado del lado de los vivos que no están seguros de dónde están los muertos, o más bien de si los muertos están realmente idos, realmente han partido porque siguen teniendo un contacto súper intenso… hay una serie de presencias, y creo que eso nos sucede a muchas personas que en algún momento hemos perdido seres queridos. A pesar de que creas cierta distancia con el mundo de la muerte, finalmente esa distancia no es real en la vida cotidiana porque está el recuerdo, está la evocación, están las cosas de la gente, están sus palabras, la manera de ser, la genética… que continúan haciendo que esos muertos, aparentemente ausentes, estén presentes en ti.”
Adán Medellín comenta que cada una de sus narraciones toca diferentes muertes que le han afectado, aunque no todas directamente; existen referentes de personas que para él fueron importantes.
Es el caso del ya mencionado cuento Aves como bisturíes, donde una de las figuras centrales, además del poeta Héctor Viel Temperley, es una madre. Adán Medellín comenta que su progenitora murió hace unos años.
“Cuando estaba escribiendo el relato tenía la sensación de haber cruzado el umbral al haber perdido a mi madre, y también de repente, al regresar, me preguntaba cómo tengo que decirlo. Ese es el problema que enfrentan varios de los personajes, cómo narrar eso qué les pasó”, ahonda el autor de Furia.
Por otra parte, su relato El niño perdido está basado en la historia familiar del poeta francés Stéphane Mallarmé, quien no se explicaba el fallecimiento de su hijo Anatole, a pesar de ser un hombre muy racional. El francés decidió, junto a su esposa, pensar que el niño era incapaz, por su edad, de entender que había muerto, así que en sus mentes seguía creciendo.
Otro de los relatos inspirados en un caso real es Demonios, el cual surgió a partir de la experiencia del ganador del Premio Nacional de Relato Sergio Pitol en 2007, al entrevistar al escritor Daniel Sada un poco antes de morir.
“Tenía esta fuerza de Sada hablando desde su enfermedad y cerca de su fin, con la sapiencia que tenía matizada por el deterioro físico, pero sabía que no solamente podía contar eso en la historia. Tenía que encontrar la manera de vincularla con otra que envolviera al personaje y que le permitiera tener un equilibrio para poder ver los dos lados de la moneda. Por eso surgió la narración del tío, basada en la de un tío mío que también se llamaba Héctor, quien era ingeniero y que se fascinó por el tema del caos al final de su vida. Al encontrar a los dos personajes creé una relación triangular, que es lo que pasa con los médiums, que son intermediarios; hay una voz lejana, hay un intermediario que es el médium”, ahondó en el tema.
Asimismo, refirió que Daniel Sada decía “los demonios te hablan”, lo cual es para Adán Medellín parte del proceso de la escritura. “Tienes que estar consciente de que en ese momento tienes que abandonarte y dejar que entre eso que tiene que entrar y no ser un obstáculo, fluir otra vez como el agua, y después cuando has terminado sí tener la cabeza fría, matarlo si es necesario o hacerlo vivir como tiene que vivir.”
El canto circular es un libro cuya escritura no es pretenciosa. La narración que mantiene es como la de nuestra abuela o de un tío muy viejo, quienes nos hacen participes de leyendas o mitos que han pasado de generación en generación.
“Hablar de un tema grande como es la muerte te puede llevar a que tu lenguaje se trate de igualar a ese tema, trate de volverse de repente muy pretencioso, muy retórico, y la idea era que mis personajes comenzaran a contarlo con toda esa incertidumbre, con la incertidumbre que tú mismo sientes con respecto a algo que no conoces ni comprendes. Creo que eso te cuida también, que tú transmitiendo a los personajes y a las voces que filtran en ellos vivas en una atmósfera donde, hasta cierto punto, eres parte del juego de la muerte. Entonces no puedes volverte un tipo soberbio, y aunque hay una búsqueda del lenguaje que es necesaria y que tiene que ser contundente en muchas cosas, necesitas de esa atmósfera y ese lenguaje todavía no terminado hasta cierto punto para que se transmita ese trance,” explica.
Asimismo, se cuidó de no contar la obviedad que puede ser la muerte. “No podía desnudarla como tal, tenía que dar círculos alrededor de ella como les pasa a los personajes, tenía que entrar en un trance para tratar de comprenderla y el círculo no tiene un fin, permite que las historias puedan seguir por sus vericuetos y por sus veredas propias, y permite que también el lector se quede con la idea de que está viviendo en ese mismo trance, de que no ha salido de él hasta que entre en otro cuento, en otro trance.”
Para el joven escritor, la escritura es una forma de navegación: “Quien se interna en ella, quien se interna en un proyecto fuerte, se está lanzando de cabeza a lo desconocido y es lo que creo que hacen muchos creadores”, finaliza.
El canto circular es una publicación del Instituto Literario de Veracruz con apoyo de Conaculta e INBA, galardonado en el Primer concurso de cuento Sueño de Asterión 2012. Se puede conseguir en las Librerías Educal, así como en la tienda en línea del Instituto Literario de Veracruz.