Arte y Cultura

#LunesDeLibros Conquista de lo inútil: una bitácora de viaje al interior de Werner Herzog

Corre el año de 1979 y Werner Herzog inicia los planes para filmar Fitzcarraldo, historia que narra las peripecias de Brian Sweeney Fitzgerald, quien tiene el sueño de construir un teatro en la selva. Para ambientar mejor su largometraje, el director inicia un viaje a la región de la amazonia peruana.

Conquista de lo inútil, publicado por Blackie Books, reúne las impresiones del viaje emprendido por del ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 1982. Desde las dificultades para el rodaje, la convivencia así como hábitos de las poblaciones indígenas, las descripciones de los paisajes y fauna de la región, Herzog entrega en cada línea un retrato de unas tierras poco exploradas.

Las entradas del diario son como fotografías Polaroid, instantes que atrapan el proceso de la vida, pesadillas y sueños. En pleno siglo XX, el lector puede imaginar al director como un Alexander von Humboldt:

“Ha caído una lluvia increíblemente fuerte y silenciosa sobre la selva; llamarla lluvia es algo a lo que el idioma mismo se resiste. En la arena de la ribera, más debajo de mi choza, se han formado unos blancos arroyos de espuma que confluyen en el río marrón que todo lo atrae y lleva consigo: troncos, ramas caídas, el ahogado, tierra y guijarros. (…) Todos los pájaros están callados, la lluvia tiene ahora la palabra. Encima de una rama en el río flotan muchas hormigas; hay tal derroche de vida en la selva.”

Entre la realidad y la fantasía, la selva se despliega en todos sus matices durante el año y medio que el autor registra en su diario. Aunque su fin era realizar la película, las referencias a ésta son pocas. Escribe en la introducción:

“Estos textos no son un informe de filmación –apenas si se la menciona–, y diarios son sólo en el sentido más amplio: son otra cosa, más bien paisajes interiores, nacidos del delirio de la jungla. Pero tampoco de eso estoy seguro.”

A la mirada del director no se le escapan los detalles; al contrario, los realza y los convierte en imágenes potentes que resuenan en la imaginación. Fueron 24 años los que pasaron hasta que volvió a sus anotaciones, realizadas en una letra ya difícil de descifrar; sin embargo, las visiones seguían palpitando, pidiendo que alguien más las encontrará en forma de libro.

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