“Me volvería loco si tuviera que vivir en medio de todas las cosas raras que escribo.”
Hunter S. Thompson
Antes de que la palabra forever, se instalará en el argot juvenil, existió un hombre que la definió a la perfección: Hunter S. Thompson. Figura mítica y padre del subgénero del nuevo periodismo llamado gonzo, Hunter S. Thompson nos lleva al límite en cada uno de sus textos. No sólo por la narrativa cargada de alcohol, drogas y aventuras extremas, sino por la influencia de estos factores en lo que leemos para dejar de distinguir entre la ficción y la realidad que nos expone el autor.
Tal vez la obra más reconocida del colaborador de Rolling Stone y Playboy sea Miedo y asco en Las Vegas, la cual inspiró una película dirigida por Terry Gilliam y cuyo protagonista fue Johnny Depp. Sin embargo, ésta es considerada plenamente una novela, en tanto que La maldición de Lono (editorial Sexto Piso) surge como relato periodístico.
Inicialmente el autor planeó esta obra como una crónica deportiva del maratón de Honolulu, un viaje de placer y descanso, que se convirtió en una aventura monumental donde describe a los habitantes de Hawái como personajes de un mundo alterno creado por el mismo dios Lono, quien desata su carácter caprichoso en el clima de la región. El texto va acompañado de ilustraciones del dibujante Ralph Steadman, quien es su cómplice en la aventura.
Hunter S. Thompson se burla de las convenciones, desafía sus propios planes:
“He tirado un montón de petardos, pero ninguno como aquel hijo de puta. Intenté correr, pero la mecha ardió tan deprisa que sólo había dado un paso y media zancada cuando el mundo se convirtió en una brillante llamarada amarillenta y yo salí despedido hacia los arbustos, que estaban a unos tres metros de la carretera. Acabé de rodillas, con todo el pelo de las piernas quemado, mirando la casa mientras desaparecía en una bola de fuego. Recuerdo haber pensado que era lo último que vería”.
Intercalando su narración con fragmentos de El último viaje del capitán James Cook, de Richard Hough, las visiones de Hunter S. Thompson están acompañadas de cómplices tan hilarantes y cínicos como es el caso de Gene Skinner o Ralph.
Lono es el dios del exceso y la abundancia, sustantivos muy presentes en la vida y carácter de Hunter S. Thompson, quien dejó su marca personal en el llamado nuevo periodismo y pasó a la posteridad llevando su escritura y su vida al límite.