Por Magdalena Carreño
Una mujer está muriendo. Mientras su salud se deteriora, los recuerdos y demonios de su hijo emergen en frases que terminan en un libro, en una melodía: Canción de tumba.
Ganadora de los premios Jaén de Novela 2011 y de Novela Elena Poniatowska 2012, esta obra con tintes autobiográficos describe la personalidad, decisiones y entorno de Guadalupe Chávez o Marisela Acosta, prostituta y madre de Julián Herbert, autor del texto.
A partir del diagnostico de leucemia de su madre, Julián Herbert traduce un encuentro íntimo con su pasado y consigo mismo. Desde su concepción y la de sus hermanos, sus pasos en una doble paternidad fallida, la vida nómada que lo llevo a recorrer diversos estados de la República Mexicana, el amor-odio por su madre, la ausencia de su padre y los escasos encuentros con él, los matices de México, su política y su gente.
“Escribo para transformar lo perceptible. Escribo para entonar mi sufrimiento. (…) Mientras pueda teclear podré darle forma a lo que desconozco y, así, ser más hombre. Porque escribo para volver al cuerpo de ella: escribo para volver a un idioma del que nací.”
Sus confesiones son francas, carecen de cursilería a pesar de que la situación pudiera prestarse para ello. El retrato de su madre perfila a un ser de carne y hueso, sin idealizarla o empequeñecerla. Lupita, como en muchas ocasiones la nombran en el texto, es un ser lleno de matices y vibrante.
Más realidad que ficción, se trata de un encuentro íntimo con Julián Herbert y su historia. Canción de tumba, de Julián Herbert, está editada en Debolsillo por Penguin Random House.