Por Magdalena Carreño
Como algo inesperado, Eduardo Rabasa explica la creación de su primera novela La suma de los ceros, publicada por SUR+. “Algún día, pensaba, si escribo algo tal vez sea un ensayo, una novela no me pasaba por la cabeza, pero fue una coyuntura personal.”
Fue un cúmulo de coincidencias en la vida del autor que conjugaron su sentir y su percepción de la realidad para crear Villa Miserias, escenario donde Max, protagonista de La suma de los ceros, decide cambiar el sistema y registrarse a la elección para presidente de los colonos de la unidad habitacional que dirige Selon Perdumes.
“Cuando hay como algún desajuste con la realidad, porque si tú ves el mundo y entiendes todo perfecto te parece todo maravilloso, no piensas mucho al respecto. Pero cuando hay algo que no encuadra, que no te gusta o lo que sea, es cuando empiezas a reflexionar. Es una especie de fisura y es ahí donde se inserta la teoría. En este caso no es teoría, es una novela pero es un poco lo mismo, como que el propósito inicial era tratar de entender ciertas cosas o indagar en ciertas cosas que me estaban ocurriendo, mi intento de respuesta fue escribir este libro”, ahonda el también editor de Sexto Piso.
Entre estas inquietudes había una cosa totalmente clara para Eduardo Rabasa, que era el hecho de que Max Michels sería una persona fragmentada por sus circunstancias existenciales. El carácter du su personaje tiene como base ser hijo de un abogado exitoso, pero con la determinación de enseñarle a mentir para asegurarle un buen futuro, y de una madre indiferente a todo, menos a la entomología y a su trabajo como investigadora.
El texto inicia con la imagen de Max atormentado mientras se rasura frente a un espejo; a partir de esto el autor plantea su personalidad divida entre su mente y su cuerpo. “Para mí es una especie de mente donde al mismo tiempo hay muchas voces en conflicto, totalmente desvinculada de su cuerpo, como estar habitando plenamente ese cuerpo y luego está escindido entre esa infancia con el papá un poco sádico… y un poco esta imagen de lo que él tenía que convertirse. La trampa es que, entre más se trató de alejar de lo que tenía que ser, es ahí donde se terminó convirtiendo en eso que estaba destinado.”
Asimismo, otro tópico que el autor abordó durante el libro es la influencia amorosa que una persona puede ejercer, al grado que al mirar atrás de esa vivencia llega a no reconocerse a sí mismo.
Hay una escena donde Max se encuentra con su padre antes de morir y él le da un consejo: “…deberás mostrarte poderoso con los humildes y humilde con los poderosos. La igualación en cualquiera de sus niveles te convertirá en muy poca cosa.”
Esta recomendación pone de manifiesto un tercer tema que aborda la historia, el cual es “la realidad política con el discurso que descarga todo el peso del éxito y del fracaso en el individuo como si no estuviera vinculado con el resto de la sociedad. Un poco esta frase de Margaret Tatcher: la sociedad no existe sólo existen los individuos, como si fuéramos millones de entes aislados que no tenemos nada que decir que no hay estructuras que nos vinculen sino que cada quién es responsable de su propio destino”, este paradigma es el que en realidad cimienta la historia de Villa Miseria y que desnuda una serie de sucesos que bien podrían considerarse por el lector como alegorías de una época.
Sin embargo, Eduardo Rabasa, quien estudió Ciencias Políticas en la UNAM, no tenía la intención de vincular su historia con ningún hecho real. Más bien quería “crear un espacio autónomo, ficticio”, aunque con “rasgos de la realidad quizás distorsionados, exagerados, en clave de sátira”.
“Mi idea era crear una cosa paralela o autónoma en ese sentido. Me parece que Villa Miserias es más una época que un lugar específico, aunque sí claramente tiene referencias a México, incluso en términos de lenguaje. Los personajes hablan de una forma determinada y muy asociada a México, pero mi intención era desvincularla para que no fuera un espejo escrito.”
El periodo al que se refiere Eduardo Rabasa son las décadas de los 70 y 80, considerándolo, al igual que el historiador y crítico social Morris Berman, “los sistemas sociopolíticos en el fondo son narrativas porque nos están diciendo cómo se estructura la vida en sociedad, qué hacemos aquí en la Tierra. Lo que quería reflejar es eso, el paso de una narrativa anterior ni siquiera digo que sea mejor o peor.”
Asimismo, complementa la idea a través de la reflexión sobre los efectos que están produciendo estos cambios, lo cual a él le parece “una narrativa salvaje y brutal sobre todo para la inmensa mayoría de la población que no accede a lo que una pequeña élite sí.”
La suma de los ceros es el producto de siete años de amar una idea, corregirla y darle forma. En un origen, tenía pensado incluso que Max sería dos personajes; sin embargo, en cada nota que tomaba iban surgiendo más detalles que iban acomodando. El mismo lenguaje de la misma fue tomando su propia dirección, aunque la primera parte resulta un poco densa por todos los detalles que toca, al ir recibiendo consejos de la gente que conocía y se dedicaba también a la escritura, fue puliendo y permitiendo darle fluidez al lenguaje que utilizaba. “Como la primera parte es la puesta en escena es más árida. Al final me sentía más suelto”, añade.
La suma de los ceros, de Eduardo Rabasa, se presentará el martes 24 de junio a las 19:30 en el bar Bucardón, ubicado en Donato Guerra, 1, colonia Juárez. Acompañarán al autor la editora de SUR+, Gabriela Jáuregui, y el escritor Julián Herbert.