Por: Gerardo López
@grardolpzlm
“La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural…”
Federico Fellini
¿Quién se atrevería a negar que Televisa ha sido el bastión del sistema cultural, social y político mexicano en las últimas décadas?
Vivimos en un México gobernado por un Estado oligárquico, en el cual la televisora más poderosa del país ha jugado el papel predominante por medio siglo, o al menos esa es la consigna de la crónica novelada del escritor y periodista Fabrizio Mejía Madrid (1968).
Nación TV (Grijalbo, 2013) se inmiscuye en el universo de la televisora más grande de habla hispana y nos narra el detrás de cámaras del paso de tres generaciones de la familia Azcárraga que, de acuerdo con el autor, han mantenido el poder a base de corrupción, asesinatos, tráfico y consumo de drogas, abuso de menores, censura, entre otros controversiales detalles.
El manejo de la información como forma de ejercer el poder fue el lineamiento que siguió la televisora, la cual tuvo como primera transmisión una misa. El poder a costa de todo.
En 192 páginas, Fabrizio Mejía relata sombrías historias que van tejiendo poco a poco los sacrificios culposos que tuvieron que llevar a cabo los Azcárraga para ostentar el control. Por las páginas son mencionados comediantes, cantantes, productores de telenovelas y conductores de noticieros, al igual que presidentes, gobernadores y jefes policiacos.
Todo comienza con Emilio Azcárraga Vidaurreta, el creador de la cadena de radio más grande de Latinoamérica. En 1952, su ambicioso proyecto de concebir una televisión que vendiera electrodomésticos, jabones y café soluble a las amas de casa se concretó con el nacimiento del Telesistema Mexicano.
“Vender cosas no te hace rico. Yo vendí el aire y veme”, es la frase que enfrasca el espíritu que inspiró a su hijo, Emilio Azcárraga Milmo, para continuar con el legado que nunca estuvo destinado para él. Su reinado consistiría en expandir las influencias de la recién nacida Televisa con el vigor de las dos piernas de la televisión mexicana: la religión y el fútbol. Así, la televisión monopolizada estaba instaurada bajo el objetivo de “entretener a los jodidos”.
Finalmente, y hoy en día, la televisora está en manos de Emilio Azcárraga Jean, quien se ha caracterizado por la perpetua indiferencia, y en lugar ocultar la realidad como lo hizo su padre, se dedicó a fabricarla hasta el límite de postular a los presidentes en turno.
Mejía Madrid utiliza una vasta bibliografía para escribir el contenido, lleno de crestomatías y diálogos que se mezclan entre lo literario y lo periodístico: el seguimiento que hizo la revista Proceso a Televisa, la parte hemerográfica del Excélsior de Julio Scherer, los testimonios de ex empleados de Televisa, y el libro El Tigre, de Andrew Paxman y Claudia Fernández.
A lo largo de su trayectoria ha colaborado en el semanario Proceso, el diario Reforma y la revista Gatopardo, al igual que en el diario La Jornada, donde se desempeñó como columnista por más de quince años.
Su intención es la de suscitar una reflexión en el lector, al crear vínculos con el pasado y recuperar la memoria histórica para generar ciudadanía. De esa manera, poder hilvanar los hechos del pasado con lo que ocurre en el presente.
Estamos viviendo el periodo de transición de la televisión análoga a la digital; por lo tanto, pasamos de un medio vertical, que puede llegar a ser autoritario y conservador, a uno horizontal que es interactivo y plural. Además, la televisión ya no es un tema central como lo era hace unas décadas, y las canales que tenemos para comunicarnos son mayores y más difíciles de manipular. Es por eso que el color de la portada del libro es negra; simboliza el luto por la inminente extinción de la televisión análoga que va de salida.
Sin dudas, Nación TV es un libro para aquellos de mente abierta que buscan el enriquecimiento de su realidad desde diversas perspectivas, entre más polémicas, mejor.