Por Magdalena Carreño
La historia de los países está hecha no sólo de grandes episodios bélicos o políticos, sino también de la vida cotidiana de sus habitantes. El escritor serbio Goran Petrovic ofrece un panorama de ello a través de su más reciente libro Bajo el techo que se desmorona (Sexto Piso, 2014).
Ambientado en la Serbia de los años 80, con sucesos que van descubriendo la historia de este país desde principios del siglo XX, el escenario es el viejo cine Sutjeska, anteriormente parte del Hotel Jugoslavija de Kraljevo. Ahí se da cita un grupo de personajes disímbolos, que configuran diferentes aspectos de una sociedad políticamente volátil.
Entre las historias principales está la del acomodador del cine, llamado Simonovic, quien heredó un loro que no podía hablar, de nombre Democracia. Su antiguo dueño Rudi Prohaska, quien también fue propietario del cine Sutjeska, estuvo empeñado en hacer hablar a su mascota aún en tiempos difíciles, cuando la palabra democracia era peligrosa.
Esas alegorías son comunes durante todo el relato. Incluso una parte fundamental es la muerte del Mariscal Tito, gobernante y unificador de la extinta Yugoslavia. La misma historia del deterioro del cine Sutjeska dibuja el mismo panorama en que una nación va transformándose.
Entre esos protagonistas que miran de frente al lector está Avramovic, antiguo activista de la Liga de los Comunistas, cuya manía de levantar el brazo en todo momento le lleva a tener un gran destino.
Están los romaníes Gagui y Dragan, éste ultimo falso lector de subtítulos e “inventor” de maravillosas historias para su compañero analfabeto. En otras filas descubrimos al indigente Veyka, más ligero que una pluma; al profesor Durde Dordevic, obsesionado con los detalles; al alcohólico del barrio Bodo; a los pillos del lugar Z. y Z; al matrimonio Erakovic; a la flaca Elodija Nevajda… por sólo mencionar a algunos de los parroquianos asiduos al cine Sutjeska.
En alguna ocasión, el también autor de Atlas descrito por el cielo explicó que su narrativa se basa en “observar y reconocer dentro de los eventos históricos y grandes sucesos aquello que es chiquito pero se refiere a los destinos humanos, para así reconocer grandes épocas”, lo cual ejemplifica muy bien en esta última entrega.
En su última visita a México en 2012, Goran Petrovic no quiso dar detalles del libro en el que trabajaba ya que “en la elaboración todo va cambiando, al igual que el mundo en el que vivimos”. Ese proyecto era Bajo el techo que se desmorona.
El proyecto surgió en 2003, cuando al escritor se le pidió colaborar con un texto para el Festival de Guión Cinematográfico de Vrnjacka Banja. Sin embargo, al pasar el tiempo, esta historia que se forjó en sólo cinco páginas fue creciendo en la mente del autor, quien consideraba que cada personaje necesitaba un poco más de espacio en la narración.
En el epílogo explica: “el mundo de la narración es independiente y a menudo más complejo con respecto a nuestras vidas, las de los escritores y de lectores.”
Quien recorra la obra de Petrovic puede encontrar una de las primeras versiones de Bajo el techo que se desmorona en el libro de cuentos Diferencias (Sexto Piso, 2006). Sin embargo, con esta versión extendida, los destinos de los personajes adquieren más fuerza al entrelazarse con los de una nación cuyo techo, constantemente, se desmorona.