Por Magdalena Carreño
Desde la entrada la vista se llena de color al recorrer cada uno de los graffitis que adornan la fachada. Subir las escaleras para llegar al primer piso de un edificio antiguo ubicado en Dr. Olvera 15, en la colonia Doctores, nos hace preguntar qué es lo que nos espera.
Entrar es una grata sorpresa: ver juguetes iguales a los que tenía el Tío Gamboín, muñecas de sololoy, historietas, álbumes, una variedad impresionante de camiones y carros… En fin, no hay un punto en donde uno quiera detener la mirada, porque el Museo del Juguete Antiguo (MUJAM) está lleno de recuerdos y piezas de la historia de la vida cotidiana del México que dejamos atrás.
A dos cuadras del Metro Obrera, este recinto tiene en exhibición más de 45 mil piezas, solo 2 por ciento del acervo con el que cuenta, y que representan alrededor de 55 años de coleccionismo del arquitecto Roberto Y. Shimizu.
Una historia de familia que reúne a familias
La familia Shimizu vino de Japón. Antiguamente, el inmueble en el que ahora se encuentra el MUJAM estaba ocupado por la dulcería Avenida, así como por la papelería y librería La Primavera que, entre los diversos artículos nacionales y de importación, incluían juguetes. Ahí fue donde nació el arquitecto Shimizu, quien asegura que Dios le dio un don: el de guardar cosas.
El MUJAM nació porque, a raíz de una enfermedad severa, se preguntó qué pasaría con su colección si él muriera. Quería que sus hijos cuidaran de ella porque “el problema de las colecciones no es hacerlas, sino preservarlas”.
“El museo lo empecé para que estos tres chavos (sus hijos) se enamoraran de la colección, porque si no mejor la empiezas a vender y si tú no la documentas, también se vuelve un cúmulo”, dice Shimizu.
Es por ello que el arquitecto comenzó a catalogar cada uno de los objetos que forman parte del museo. Incluso los primeros registros cuentan con dibujos hechos por él mismo, con la descripción y valor de cada artículo. Más adelante, en vez de dibujar comenzó a acompañar los datos con fotografías.
Fue en 2006 cuando el espacio abrió al público, mostrando los recuerdos de varias generaciones y la historia de México en objetos, por lo que visitarlo en familia permite construir relaciones intelectuales entre personas de diversas edades.
“La gente, toda, de cualquier nivel, sexo, edad o cultura, le entiende. Todos se involucran a través de los recuerdos. Hay muchos museos de diversos tipos de arte: sacro, colonial, platería… pero esto es realmente único”, explica.
Juguetes artesanales e industriales que rescatan la cultura popular de México, cada uno con anécdotas. Es el caso de una casa de muñecas que llegó al museo y que perteneció a una niña alemana, a la cual contactaron y años después volvió a ver su antiguo tesoro. Asimismo, está la historia de la industria del juguete en el país: objetos de marcas como Plastimarx, CIPSA o Lili Ledy, por mencionar algunas, se encuentran en exhibición.
Las vitrinas están hechas con objetos reciclados y de reuso; algunas son temáticas y otras incluso hacen parodias a artistas como Andy Warhol y Marcel Duchamp, entre otros, ya que una de las consignas del MUJAM es hacer la cultura y el arte accesibles a todo público.
Es por ello que, a pesar de las múltiples ofertas que han tenido para cambiar la sede del museo de la colonia Doctores a otras zonas, como Polanco o la Condesa, la familia Shimizu no pretende hacerlo.
“Nos han ofrecido irnos a otras colonias, a otros lugares, pero nací aquí y aquí lo quiero dejar. Este mismo museo ponlo en la Condesa y la gente de aquí ya no entra, mucho menos va a entrar a Polanco”, precisa.
Este rescate de la cultura popular ha tenido muy buena recepción por parte de los visitantes y vecinos de la zona. Además, el primer objetivo del arquitecto se cumplió, ya que sus hijos se han involucrado en las actividades.
Es así que su hijo mayor, Roberto Yuichi Shimizu Kinoshita, es ahora el director creativo del MUJAM y ha vinculado al recinto a otras expresiones artísticas como la música y el arte urbano, permitiendo que el público aumente.
“Cuando comenzamos con el foro me empecé a hacer cargo del Collect Fest, a meter música, y me di cuenta que había gran talento y pocos espacios y que existe una magia en la cultura… quisimos crear un espacio independiente para todo tipo de expresión artística y multidisciplinaria”, explica el primogénito del arquitecto Shimizu.
Además, tener graffitis en la fachada es parte del lenguaje que utilizan para hacer del museo más cercano al público joven de la colonia Doctores. Estas pintas han sido hechas por artistas como ROA y Pixel Pancho, por mencionar algunos.
Un juguetero fenomenal
Don Rogelio Orozco es juguetero. Sus materiales de trabajo son reglas, tijeras, cautín y su corazón. Entre sus obras destacan los camiones con motor, luces y tracción, todos hechos a mano. Cada pieza le toma alrededor de una semana hacerla.
En este oficio lleva unos 60 años aproximadamente. Al principio usaba cartón, y en la década de 1950 la lámina se volvió su materia prima.
Sus creaciones llegaron al MUJAM desde mercados y, por referencias, dieron con él. Es así que el museo cuenta ahora con una gran vitrina que muestra esos autos multicolores de quien, en palabras del arquitecto Shimizu, es “un artista que hizo creaciones anónimas”.
Actualmente el museo está realizando ampliaciones para poder tener una biblioteca, más espacios de exhibición e incluso una residencia para artistas.
“En estos seis años nos dimos cuenta de una cosa: guardamos un patrimonio de México invaluable, porque las cosas que tenemos de la calle todas se fueron a la basura… no todo tiene que ser prehispánico, no todo tiene que ser la Independencia y la Revolución”, agregó Roberto Shimizu.
En esta empresa que ha realizado el arquitecto, entre trenes, figuras de acción como Kid Acero, álbumes de estampas, historietas y otras piezas cargadas de recuerdos, el MUJAM no muestra solo la historia del juguete hecho en México, sino que transporta a quienes lo visitan a la niñez para salir de ahí con una sonrisa.