Arte y Cultura

#NeuronaDeGuardia Los públicos no se crean ni se destruyen, sólo se enamoran

¡Acapulco sí pudo!

Cultura en Acapulco. ¿Te cae?

Lo confieso, mi mentalidad de chilanga centralista me hizo dudar de aquel Festival de Teatro Ola Nueva de Acapulco al que fui invitada la primera vez, hace tres años, luego de conocer a Gabriel Brito en el 25 Aniversario de Las Jornadas Alarconianas en Taxco, de las que fue director artístico, para luego ser llamado a ser director de Fomento a la Cultura de Acapulco.

Dramaturgo, poeta y director de teatro, Gabriel Brito Camacho es un sui generis promotor de cultura de ese puerto; la neta, de corazón. Acapulco, yo siempre lo imaginaba como un puerto lleno de gente en las playas, abarrotado de turistas en bermudas y lugareños vestidos en camisas floreadas y corpiños de lentejuela, bailando y bebiendo en los antros, o bajo la luz a plomo de un sol sonriente y radiante y un mar ebrio y tropical, cuyas resplandores iridiscentes hacen juego con el bronceador sobre las pieles cobrizas y sensuales, de los lancheros y clavadistas de la Quebrada.

Y sí, sin duda también eso es.

Pero además…

La Barriada Fest 2015

Mi itinerario esta vez, como hace tres años, comenzó al llegar al legendario Hotel Mirador de La Quebrada, especie de trasatlántico retro y oxidado, convertido en leyenda de los años 50 y 60 por las estrellas de Hollywood, que hoy es un espacio emblemático.

Perdida la mirada en el subyugante paisaje, rememoré todas la actividades que Gabriel Brito ha impulsado en el gobierno municipal de Luis Walton quien, sin duda, le apostó a la Cultura como hace tiempo no sucedía en la bahía. Por increíble que parezca, los festivales tradicionales se reactivaron, el equipo de jóvenes teatreros y de jubilosos creadores y artistas con los que contó Brito para echar andar su propuesta cultural quemaron las naves de sus propias vidas (porque están abocados en cuerpo y alma), para lanzarse al mar de actividades que supuso poner al día un programa de cultura intenso en el puerto, bajo el lema gubernamental: Acapulco Puede. Y todo contra viento y marea. Acordémonos solamente de la época del huracán Manuel y de la ola, no de mar sino de violencia, que hizo desistir a muchos escritores de Argentina, a quien se dedicó la edición pasada de la Feria del Libro de Acapulco.

Una administración de tres años que culmina en septiembre y que ha pasado como “agüita”, claro, para quienes no estuvimos allí a sol y a sombra trabajando, en la que Fomento a la Cultura pasó de un presupuesto de 2 a 16 millones de pesos, con los que deja la Dirección armada de innumerables programas de actividades, festivales, talleres, clínicas y residencias artísticas, cursos, diplomados, ferias, exposiciones, conciertos de jazz, música popular y apoyo a toda clase expresiones del arte y la cultura, desde lo más complejo hasta lo más folclórico, y en esa parte me detengo.

Imposible rememorar y señalar aquí la importancia de cada uno de los proyectos, por lo que me concentro en decir que, al ser yo de nuevo partícipe e invitada especial como siempre lo he sido, en mi calidad de crítica de arte y teatro, a la clausura de la Barriada Fest, sólo puedo constatar que se requiere una voluntad política decidida y capaz para que la Cultura sea prioridad en un estado o municipio con todo éxito, y éste es el caso.

La Barriada Fest se llevó a cabo en su reciente edición del 3 al 9 de mayo en los Barrios Históricos de Acapulco: Petaquillas, Pozo de la Nación, El Comino, La Fábrica, La Playa y Tambuco,  y que en este cierre tuvo extensiones en otras colonias aledañas. Es uno de los programas que más llaman mi atención por el proceso de incorporación de las clases marginadas. Zonas vulnerables donde lo habitual era que nadie que no fuera del barrio entrara a sus anchas, donde se observaba delincuencia y, desde luego, pobreza, rezago y una ausencia total de atención a los ciudadanos locales en materia de cultura.

La Dirección de Fomento a la Cultura hizo un trabajo de hilar fino, primero yendo a conocer a la gente, jugando lotería, como se estila allí hasta altas horas de la noche. Iniciándose en el ritual con la ayuda de amigos como el Jimmy, quien introdujo a Gabriel en una especie de submundo invisible que pervive paralelo al mundo fashion y turístico de gente bonita y viajeros internacionales, que se deja ver en el malecón y las zonas residenciales.

Meterse en la –hasta entonces– “cueva de lobo” fue una experiencia revivificadora, tanto para la gente de la promotoría cultural del municipio como para los lugareños, quienes nunca imaginaron que el arte y la cultura cambiaría para siempre sus vidas. “El festival siempre se pensó con la idea de promover la convivencia entre pobladores de los barrios históricos del puerto y colonias aledañas; y la tradición desde hace tres años ha sido la de impartir, paralelamente a esta actividad, talleres de break dance, salsa, bachata y zumba a los vecinos de los barrios históricos, así como otras actividades complementarias, la intervención de murales con la participación de los vecinos, cine móvil y ferias culturales, entre otros, donde hemos tenido una gran respuesta”, señala Brito.

Yo lo vi y nadie me lo cuenta. En medio de un escenario que se monta y se desmonta cada día en cada barrio, operación y logística agotadora que hace que el equipo trabaje a marchas forzadísimas y hasta altas horas de la madrugada, mientras Brito los acompaña como el primer día, fui testigo de un ambiente donde lo que se consume son alimentos que las señoras de los barrios hacen en sus puestos. Así también se fortalece la venta de alimentos en las propias tiendas, en una convivencia en la que no participa el alcohol, y eso hace que cada noche sea una algarabía familiar y social a partir de una mezcla de expresiones; desde las que al propio barrio le interesa por tradición, hasta nuevos rumbos que ellos van aprendiendo paulatinamente y nutriendo así –poco a poco– su repertorio creativo y sus referentes estéticos.

Un logro tangible, una experiencia muy emocionante que hizo sentir un nudo en la garganta a propios y extraños el último día, bajo la bóveda del cielo brillando por lo alto, gracias a una pirotecnia que marcó el fin de dicho programa en la administración de Luis Walton como presidente municipal de Acapulco, y quien hoy ya está en la recta final para ser gobernador del estado de Guerrero.

Sin embargo, más allá de cualquier filiación partidista está la razón de ser de las personas que aplican su talento, no a la demagogia, sino a los hechos; y es así como observé la calidad, absolutamente mejorada, en estos años de grupos de cantantes jóvenes capacitados especialmente con asesoría en muchas materias. Muchachos y adolescentes unidos en agrupaciones de danza y acrobacia, hip-hop, artes circenses, bailes folclóricos;  imitadores populares, rutinas de cómicos, grupos profesionales de música tropical, salsa, banda y cantantes como Myriam Montemayor, favorita de los barrios, que en este cierre fue nombrada reina de la Barriada Fest, junto con las reinas de cada zona, entre otras expresiones que se organizaron, y donde la gente se volcó con total afecto hacia quienes han hecho posible reactivar las zonas más abandonadas de la bahía.

A veces creemos que la cultura es eso que los intelectuales exquisitos hacen en los recintos urbanos de la llamada “alta” cultura y el arte contemporáneo más controvertido; o bien, tendemos a la idealización paternalista a toda costa de los grupos originarios y sus expresiones creativas, y nos olvidamos que el ideario social cultural se conforma de muchos grupos creativos tradicionales urbanos y emergentes con sus propias respuestas,  y que un buen líder cultural con visión puede ser un gran capitán, para quien en materia de cultura, no hay viento malo.

A la pregunta expresa que la prensa le hace a Brito sobre cómo lo hizo, Gabriel, quien tiene la bonomía y la claridad siempre en la sonrisa, sencillamente afirma: “enamorando al público”. Y vaya que  lo hizo. Acapulco, sí pudo.

¿Podrá después de septiembre?

Como dijo Tiresias: habrá que ver.

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