¿Qué pasaría si tuviéramos asegurada la vida eterna, o al menos una decena de siglos para recorrer la Tierra?
Nuestra condición mortal como seres humanos nos lo impide de cierta manera, pero… ¿Y si fuéramos vampiros?
El arquetipo del vampiro ha estado presente en la cultura cinematográfica desde la era silente hasta la actualidad; con tan sólo recordar el hecho de que el Drácula de Bram Stoker cuenta con unas 170 versiones hasta ahora, pero en lo que llevamos del siglo XXI el recurso de la entidad pálida ávida de sangre humana ha sido usado hasta el cansancio.
Generalmente, esta efigie sobrenatural ha sido asociada con nuestros más oscuros miedos, aunque su evolución en el cine va desde las femme fatales, Nosferatu y la interpretación de Bela Lugosi, hasta su establecimiento como símbolo sexual y su eventual transformación en chick-flicks para las jóvenes generaciones.
Muchos lamentan lo que se ha convertido actualmente el vampiro en las películas. Sin embargo, el cineasta independiente Jim Jarmusch (1953) no titubea en utilizar el paradigma del chupasangre para su última producción Only lovers left alive (Sólo los amantes sobreviven, 2013).
La trama se centra en una pareja de sofisticados vampiros que, a pesar de estar separados por el océano Atlántico, tienen un amor a prueba de distancias y del tiempo mismo.
Adam (Tom Hiddleston) es un músico recluso que vive en una casa llena de aparatos electrónicos vintage, dentro de un barrio abandonado en Detroit, mientras que Eve (Tilda Swinton) vive rodeada de libros en un laberíntico barrio de Tánger. Y a pesar de que necesitan consumir sangre para sobrevivir, no son criaturas que frenéticamente están succionándola de cuellos humanos sino que, como el típico junkie de las sociedades contemporáneas, dependen de proveedores locales para satisfacer la urgencia del “O positivo”, por miedo a consumir sangre contaminada debido a la degradación del ambiente.
Además de la perpetua pareja, existen otros vampiros como Christopher Marlowe (John Hurt) —sí, el dramaturgo y poeta inglés—, quien fingió su muerte en 1593 y vive hasta nuestros días.
El filme resalta la trascendencia que conlleva una vida inmortal; seres que permanecen impasibles ante el inexorable paso del tiempo, a diferencia de nosotros, los humanos. Como ventaja de eso, Adam ha podido convivir e influenciar a numerosos artistas y científicos —lo cual se refleja en varias citas cómicas que hacen referencia a hechos culturales—, pero como consecuencia, se ha vuelto deprimido por culpa de los “zombies”.
Al notar las tendencias suicidas de su esposo, Eve decide ir a visitarlo y vivir una reunión idílica, jugando ajedrez, escuchando música, recordando viejos tiempos y viajando en auto por las calles vacías de un Detroit inmerso en un misticismo nocturno, pero todo termina abruptamente tras la llegada de Ava (Mia Wasikowska), la impredecible hermana de Eve que viene desde Los Angeles —la central zombie según Adam—, simbolizando el espíritu hedonista e impulsivo de las sociedades contemporáneas.
El excepcional estilo de Jarmusch es evidente a lo largo de la película para quienes han visto más obras de él. Su minimalismo y su particular enfoque en el desarrollo de los personajes, más que en la historia misma, se desenvuelven en una estructura narrativa que combina el poder visual con el poder sugestivo del guión, manteniendo un ritmo que logra mantenerte atento durante las dos horas que dura la cinta. Es imposible dejar a un lado el impresionante soundtrack, compuesto por la banda de Jarmusch —quien además de cineasta es compositor—, SQÜRL, Zola Jesus, la cantante libanesa Yasmine Hamdan, el laudista holandés Jozef van Wissem, entre otros.
Más que una historia romántica de vampiros, Sólo los amantes sobreviven busca que, como audiencia, percibamos y dilucidemos el estado actual en que nos encontramos; el estilo de vida que llevamos como individuos en pleno preludio de siglo. Enfatiza el estado decadente de la humanidad y reivindica al amor como lo único que permanece, a prueba del paso del tiempo. Así como mantiene unidos a Eve y Adam sin importar por lo que lleguen a experimentar, el amor nos debe mantener unidos por el bien de mantener una relación equilibrada con nosotros mismos y con lo que nos rodea, lo más naturalmente posible, si es que queremos seguir en este planeta.
El filme se encuentra en exhibición tanto en cines comerciales como en cineclubes independientes.