Arte y Cultura

Templo de sangre, la novela que entrelaza al México contemporáneo con la capital del antiguo Imperio mexica

Los sicarios en México son una de las bases fundamentales de los cárteles del narcotráfico. Encargados de eliminar a cualquiera que amenace el dominio del crimen organizado, en nuestro país han cobrado cada vez más relevancia en el imaginario colectivo. Los sicarios han protagonizado noticias, novelas, cuentos, películas y hasta series de televisión, pero ¿de dónde viene la siniestra fascinación y horror que nos causan?

Un sicario mata por dinero. Algunos llevan a cabo su oficio con bastante teatralidad, otros con punzante sutileza. Para el escritor mexicano Eugenio Aguirre (1944), la efigie del sicario es homóloga a la de los sacrificadores del mundo azteca, aunque las separe un abismo ontológico.

Su refinada cosmogonía daba orden y sentido a cada aspecto de la sociedad mexica, incluso a la casta sacerdotal encargada de los sacrificios humanos; mientras que las acciones de los sicarios del México contemporáneo no están reafirmadas en ninguna intención trascendental, sino más bien en la superficialidad de una vida que sobrestima lo material.

La más reciente novela histórica de Aguirre, Templo de sangre (Ed. Planeta, 2016), se asienta en dos historias paralelas separadas por el tiempo, aunque la subjetividad de sus personajes logre hendirlo y borrar la línea que separa una época de otra.

“Es un tema muy aterrorizante, muy terrorífico, escabroso; pero este tema que ya en las páginas de un libro dices: ‘¡qué grueso está!’, lo tenemos todos los días en los periódicos, en la televisión, en la radio”, mencionó el autor en entrevista para Arte y Cultura.

“Estamos viviendo en una época donde el terror y la crueldad están a flor de piel, y lo que ha pasado es que nos hemos desensibilizado. Ya no nos preocupa, ni nos sorprende”.

Ante esa inquietud es por la que decide escribir la obra protagonizada por Tizoc y Yolatl, sacerdotes mexicas, y Pedro Chimalli, un sicario freelance con una macabra obsesión por mutilar a sus víctimas.

“¿Quiénes son los sicarios? ¿Qué piensan? ¿Son psicópatas o son gente común y corriente? ¿Cumplen con una profesión o son asesinos natos que tienen el gen de la crueldad, de la sevicia y del dolor? ¿Qué pasa? Son un poco de las preguntas que tomé para acercarme e ir recreando un arquetipo de sicario que se dedica a degollar y a desmembrar, y que lo hace con mucha frialdad sin involucrar sus sentimientos ni sus emociones en ello”, detalló sobre Pedro Chimalli.

Y partiendo de la vida de este personaje es que Eugenio Aguirre indaga en temas polémicos como la veneración a la Santa Muerte y a Jesús Malverde, principal apóstol de los narcotraficantes.

“Me empiezo a involucrar con un mundo que pertenece al México profundo, al México más oscuro, al México donde la sangre está a flor de piel y eso hace preguntarme: ¿de dónde viene esta proclividad a la crueldad? Nuestros antecedentes están presentes en las culturas prehispánicas”.

Es cierto que el pueblo mexica puede ser considerado como sanguinario. Sin embargo, sus motivos eran muy distintos a los que tienen los sicarios en la actualidad. Los sacerdotes del mundo prehispánico no sacrificaban “para causar dolor; nunca para torturar. Nunca para envilecer al cautivo que sacrificaban, sino simplemente para alimentar al Sol de la sangre divina que permitía el ciclo solar de todos los días porque ellos pensaban, sobre todo los sacerdotes de Huitzilopochtli, que si no alimentaban al Sol con sangre de los cautivos, el Sol podía no volver a salir y entonces caerían en una oscuridad eterna y en la extinción”.

Opuesto a ello, los sicarios tienen motivos más triviales “pedestres, elementales, primarios”, como mencionó el también cuentista y narrador. “Entonces hay una diferencia en el ejercicio del homicidio como una obra de arte”.

La utilización del humor negro para aderezar temas violentamente incómodos es un sello característico de las obras de Aguirre, quien asegura su eficacia para destensar la angustia del lector y provocar una risa o dos.

“El humor negro me encanta. Además creo que al lector le sirve para respirar un poco y echarse una buena carcajada porque son textos duros, pero si de repente logro que te eches una carcajada te reconcilias con el texto y sigues adelante”.

“La idea es que tú como lector te sorprendas, te aterrorices, pero al mismo tiempo te veas seducido por el conocimiento de una época histórica muy importante en nuestro país que es poco o mal enseñada, y te estoy dando mucha información para que entiendas cómo vivían los aztecas en la época de la Conquista: qué pensaban, cómo se vestían, qué cantaban, qué bailaban, cómo eran educados, cómo eran las clases sociales y rangos sacerdotales, las atmósferas. Imagínate que todo eso era una laguna y en un islote se construyó la grandísima Ciudad de México-Tenochtitlan, que debe de haber sido de una belleza impresionante”, dijo con una clara fascinación.

La calidad literaria del también colaborador de publicaciones culturales y presidente de la Asociación de Escritores de México se ve reflejada por la fluidez del texto y la riqueza narrativa que permite descollarse hacia otras cuestiones de relevancia como el desmedido crecimiento de la capital en tan poco tiempo, la misoginia de los aztecas —la cual es abordada por el autor en otras de sus novelas históricas: Isabel Moctezuma (2008)— y la legalización de ciertas sustancias psicotrópicas para frenar el aterrador control del narcotráfico en el país.

“El hecho de que quieran legalizar la marihuana me parece muy pertinente”, opinó al respecto. Sin embargo, se mostró reticente al creer que el Estado lo apruebe y el crimen organizado lo tolere.

“No sé si ellos lo vayan a permitir porque primero, es perder un negocio. En segundo lugar, en un país donde una de las divisas del Estado es la corrupción pues seguramente no va a funcionar bien. Seguramente se va a utilizar para cometer más actos de corrupción que además van a quedar impunes, pero yo creo que se debe legalizar por sus efectos medicinales, para el consumo controlado, como se ha hecho en otros países”.

Al haber sido también profesor en la escuela de la Sociedad General de Escritores Mexicanos (Sogem) durante más de una década, el autor de Templo de sangre valoró el futuro de la literatura mexicana como “estupendo, brillante, excelente. Cada vez somos mejores escritores y hay una literatura nacional de primer nivel”. Aunque en relación al hábito de la lectura en México consideró que todavía falta mucho. “Es un problema del sistema educativo, definitivamente”.

Por si fuera poco, además de haber publicado decenas de libros, Eugenio Aguirre también participa en el programa televisivo El refugio de los conspiradores, al lado de Benito Taibo, Alejandro Rosas y Francisco Martín Moreno, donde discuten temas notables de la historia nacional y da la oportunidad de conocer otra faceta del autor de otras obras como Gonzalo Guerrero, Pasos de sangre y Amor de mis amores.

 

Templo de sangre

Una novela con la que Eugenio Aguirre vuelve a imponerse como narrador indiscutible de los entresijos históricos de nuestro país

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