Ladrar o gruñir, levantar la pata delantera para saludar o la trasera para marcar territorio, olfatear al otro para reconocer al amigo o al enemigo; todas, acciones comunes en los perros, que son llevadas a escena por tres actores en La paz perpetua.
La obra de Juan Mayorga, que presenta la Compañía Nacional de Teatro, no habla sobre los perros, sino que los toma como una metáfora del hombre, la alienación y la violencia.
Tres canes se debaten a un duelo para elegir al mejor de entre ellos, el cual obtendrá el puesto de buscador antiterrorista de élite. Odín (Enrique Arreola), un rottweiler impuro que presume su inteligencia y poder de control sobre los demás; Emmanuel (Marco Antonio García), un pastor alemán viejo y lastimado, que apela con su nombre al filósofo Kant y procura, en su sapiencia, buscar la justicia; y John-John (Israel Islas), un can que resultó del cruce entre varias razas, educado físicamente para enfrentar cualquier batalla, aunque tan frágil de carácter que se deja llevar por la opción más conveniente.
La dirección de Mariana Giménez hace que los actores emulen a los canes; se revuelcan en el suelo, se atacan entre ellos, se retan, se olfatean. En algún momento, hasta se puede percibir el olor de un perro.
El espacio del Teatro El Granero, Xavier Rojas, del Centro Cultural del Bosque provoca un enfrentamiento cercano con el público. Ahí están los actores-perros desafiando al espectador, gruñéndole de cerca, confrontándolos con la ética y la moral del ser humano.
Ahí está también Casius (Diego Jáuregui), un perro labrador con un parche en el ojo que los examina, los cuestiona y los pone en duda ante el ser humano (Andrés Weiss), un hombre que los lleva y los trae a su gusto, amarrados por una correa al cuello; que les manda hacer alguna gracia, a lo que los canes obedecen.
En escena se exploran, además, temas como la libertad, los derechos humanos, la política actual, el terrorismo y el papel del hombre. Si bien los perros son considerados como el mejor amigo del hombre, aquí queda de manifiesto que su rol ante la autoridad del ser humano es muy similar a la que el hombre tiene ante las jerarquías superiores en cualquier ámbito de la sociedad.
“De no haber tantos hombres malos, no habría tantos hombres viviendo como perros”, reflexiona uno de los canes.
La puesta en escena continúa temporada hasta el 26 de agosto, con funciones de lunes a miércoles a las 20:00 hrs. en el Teatro El Granero Xavier Rojas, del Centro Cultural del Bosque.