Por: Gerardo López
@grardolpzlm
Por 12 ocasión consecutiva, Zona MACO acogió al arte contemporáneo de diferentes partes del mundo durante cinco días. La ya famosa feria reunió a coleccionistas, especialistas de arte y galerías para promocionar lo más sobresaliente del mundo del arte en cinco secciones. Zona MACO Sur fue una de ellas.
La diferencia entre secciones es difusa y vaga, en contraste con la sección Zona MACO Diseño, que tiene un arco con el título. Entre los laberínticos pasillos de la feria repleta tanto de pinturas, como fotografías, esculturas e instalaciones, se encuentran las demás secciones.
Zona MACO Sur incluyó 22 proyectos provenientes de 11 países. La sección curada por João Mourão (Portugal, 1975) y Luis Silva (Portugal, 1978) ‒codirectores de la Kunsthalle Lissabon (Lisboa)‒, se estructuró bajo el demonio de Laplace y el determinismo, es decir, en la posibilidad de conocer el pasado para predecir lo que ocurrirá en el futuro.
Los países participantes en la propuesta determinista fueron Alemania, Brasil, Colombia, España, Estados Unidos, Gran Bretaña, México, Países Bajos, Perú y Portugal, que presentaron piezas eclécticas tanto en el formato como en el concepto, además de ser creadas exclusivamente para Zona MACO. Sin embargo, sabemos que el universo no se rige simplemente por la causalidad, sino que prevalecen las imprevisibilidades intrínsecas generalizadas tanto en lo natural como en lo social.
En este caso, los curadores tomaron el demonio de Laplace como metáfora, una suerte de herramienta especulativa que busca desarrollar, establecer y mantener una postura dominante en el arte contemporáneo, para lograr un enfoque de acción subjetivo y relevante en el medio.
Un ejemplo de ello son las obras del peruano Gabriel Acevedo Velarde (1976), caracterizadas por su acercamiento a las figuras geométricas y patrones cromáticos, que provocan sensaciones en el espectador; o el arte de una de las pintoras estadounidenses más sobresalientes de su generación, Laura Owens (1970), conocida por la utilización de elementos extraños como piedras, telas, técnicas de Photoshop, globos de yeso, entre otros.
Más que controlar, la intención es la de ver y entender más de la práctica artística contemporánea. Lamentablemente, esa visión idiosincrática queda de alguna manera limitada a los curadores y a los expertos en arte, ya que la mayoría del público no logra concebir dicha idea por la falta de información y de separación tangible entre las secciones de la feria.
Eso le otorga predominancia a las obras que atraen la mirada, tanto por su atractivo estético como por la rareza o simpleza conceptual de algunas propuestas, como las piezas del español Asier Mendizabal (1973), y la mezcla paradójica de la argentina Mariana Telleria (1979) con el uso de cuatro llantas y un enorme pliego de papel sobre ellas.
Igualmente, Zona MACO Sur presentó obras de artistas que utilizan su contexto social y político para la creación, como la obra de la iraní Tala Madani (1981), quien muestra de manera crítica el dominio masculino de las sociedades del Medio Oriente, y el trabajo de Petrit Halilaj (1986), oriundo de Kosovo, territorio conocido por su inestabilidad política y social desde la caída del muro de Berlín.
No obstante, la proposición curatorial es atrevida y da de qué hablar porque se basaron en el arte del siglo XIX para realizar sus propuestas, que imaginan el siguiente paso en el arte contemporáneo. Sería interesante ver esa apertura a nuevas ideas dentro de la curaduría, no sólo de ferias sino también de museos y galerías independientes, que busquen el presentar las obras artísticas desde distintos ángulos y así enriquecer la forma de concebir el arte.