Por: Gerardo López
@grardolpzlm
Se puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad.
Confucio
Nacemos, y conforme vamos creciendo, nos vemos inmersos en un proceso de aprendizaje para podernos valer por nosotros mismos a través del trabajo. Después de varias décadas de laborar, llega el glorificado momento de la jubilación. Hemos trabajado lo suficiente y por fin podemos descansar y hacer lo que queramos con el resto de vida que nos queda, pero…
Después de estar acostumbrados a una rutina y a las presiones que conlleva la supervivencia del individuo promedio en un sistema donde prevalece la competencia descarnada, ¿qué sigue? ¿Qué hacer con tanto tiempo libre? ¿Disfrutar? ¿Cosechar todo ese tiempo invertido —o quizá perdido—? La pieza teatral El laberinto de un hombre solo (Calypso) es una posible respuesta a esa crisis existencial.
Los seres humanos nos caracterizamos por problematizar todo lo que nos rodea. Siempre estamos en una constante búsqueda de algo inquietante, algo que nos haga sentir. Somos adictos a lo dramático, a las historias; es lo que nos mueve.
En este caso, un hombre de la tercera edad —el protagonista—se encuentra en un mundo decadente, en el cual su cotidianidad consiste en estar en casa y ver maratones por el televisor. Harto de lo rutinario, decide vivir una peligrosa aventura al entrar al negocio de los que controlan al mundo detrás de los telones, siendo contratado como sicario del crimen organizado.
Sumergido en un universo oscuro y hostil donde reinan vicios como la prostitución y la ludopatía, el envejecido hombre entra por las puertas del infierno para confrontarse consigo mismo: ¿Matar por encargo o continuar con su monótona existencia?
Las complicadas decisiones que debe tomar lo enfrentan a sus miedos y al dilema de asesinar a un hombre que se obstina en ser amable con él. Las diferencias entre víctima y victimario se desvanecen, compartiendo el mismo hastío por la vida y la soledad.
La obra, concebida por Hugo Alfredo Hinojosa, plantea la vida de un hombre que inevitablemente extiende lazos con el público al permitir identificarnos como individuos llenos de dudas e inquietudes respecto a la complejidad de nuestras vidas.
La importancia de la edad del protagonista radica en abarcar a un segmento de la población que está relegado al olvido, lo cual resulta irónico, ya que tarde o temprano la vejez nos alcanzará a todos.
Ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Joven “Gerardo Mancebo del Castillo” 2009, El laberinto de un hombre solo está bajo la dirección de Claudia Ríos quien, junto con Aarón Hernán, Eugenio Cobo, Oscar Yoldi, Ángeles Martín, Humberto Solórzano, Arturo Reyes, Miguel Ángel López y Edgar Parra, montan una obra en un contexto contemporáneo, que se distingue por encontrar la verdadera naturaleza del texto oculto entre líneas.
La puesta en escena se presenta en el Teatro del Centro Cultural Helénic,o todos los jueves hasta el 20 de abril a las 20:30 h., con un costo de $180 y una duración de 120 minutos.