Por Magdalena Carreño
@nuitaile
“No vengo de una familia de cultura; mis papás no tienen idea de lo que hago, pero desde chiquito dibujaba y metía mis historias”, explica Rodrigo Echeverría, joven pintor que presenta del 11 al 14 de agosto su exposición Almacén 2009-2014 en el Ex Convento de San Hipólito.
Entre 362 y 400 piezas componen esta muestra, cuyos propósitos son “marcar que la pintura está tan viva como siempre” y dar a conocer “todas mis cartas, para que mi siguiente camada de producción sea mucho más fina”, explicó Rodrigo Echeverría en entrevista a Arte y Cultura.
De esta forma desea empujar su obra hacia temáticas más concretas hasta agotarlas, y luego ir hacia otras, “en vez de estar brincando como un ansioso curioso.”
Una de las grandes inquietudes de este artista es ver a más personas de su edad pintando, ya que considera que el mercado del arte mexicano se ha llenado de propuestas de arte-objeto, relegando a aquellos que se dedican a la pintura en específico.
Cuando estaba en la secundaria descubrió que existía la posibilidad de dedicarse profesionalmente a este arte, por lo que en cuanto tuvo la oportunidad estudió en una escuela del Museo de Chicago durante 7 meses. Sin embargo, claudicó cuando los profesores le exigieron hacer trabajos conceptuales cuando su pasión era pintar.
Después de esta experiencia regresó a México, donde trabajó en una escuela enseñando pintura. Este colegio se encontraba cerca de Casa Barragán, a donde llevaba a sus estudiantes para reproducir las impresiones de obras como el Guernica, de Pablo Picasso.
Echeverría confiesa admirar profundamente a este artista, junto con Piero de la Francesca y Gerhard Richter, principalmente porque “lo que busco es disciplina.”
Sobre la experiencia de dar clases de pintura explicó que “cuando los ponías a pintar o copiar salían cosas maravillosas. Así se divierten más y se dan cuenta que también lo pueden hacer. Es algo que me interesa mucho, mostrar que todos pueden hacerlo. Si yo puedo estar produciendo millones de piezas, alguien que se dedica también puede. El talento lo tienen todos, creo que falta incitarlo.”
Durante este período también realizó una exposición de pintura en Casa Barragán, en la cual exploró materiales como los espejos. Este impulso lo llevó a aplicar a una licenciatura en artes plásticas e historia del arte en Montreal, Canadá.
Al concluir sus estudios volvió a México, “queriendo pintar más, y me encontré con que la pintura entre los jóvenes no existía tanto”.
Añadió que a los artistas de su edad les parecía raro que pintara. “Me decían conservador, me decían tradicional… mucho de esta exposición (Almacén 2009-2014) es mostrar que las nociones que se tienen del mundo del arte mexicano son erróneas, es mi angustia social.”
En el discurso de Rodrigo Echeverría permanece la idea de que la pintura posee fuerza, “furia”. Más que una retrospectiva, palabra que considera soberbia al definir su nueva exposición, considera que es un conjunto de “lo que soy y lo que creo que puede afirmar la pintura hoy en día. Si ves que una persona de 25 y 26 años puede cambiar tanto sus temáticas y estilos en tan poco tiempo es porque la pintura es infinita.”
Almacén 2009-2014 está organizada en tres partes: la primera contempla trabajos de pequeño formato para mostrarlos de forma más íntima; incluye cartones y papeles, acuarelas, acrílicos, “trabajos menos agresivos al ojo”, comentó.
La segunda es de cuadros medianos y pequeños, divididos por épocas que van del 2009 al 2014. Con ellos busca mostrar cómo la pintura “va creciendo y llega a afinarse”. La última parte se encuentra en un pasillo grande con las obras de mayor formato.
“Como es tanta obra y la gente no podrá ver todo con dedicación porque son pocos días, lo que quiero es que dos amigos míos, quienes me conocen bien y les gusta lo que hago, le digan a los visitantes los puntos clave de la exposición.”
Óleos, acrílicos, pasteles y acuarelas serán también acompañados por una obra de danza contemporánea llamada Pan de cada día, dirigida por Ana Sofía Rodríguez, el 12 de agosto a las 20:00. En tanto que el 14 de agosto, a la misma hora y día de la clausura de la muestra, se llevará a cabo una plática sobre coleccionismo mexicano.
Previamente a esta exhibición, Rodrigo Echeverría mostró su trabajo en la Sala Margolín, ubicada en la colonia Roma. La muestra se llamó Parto Pausa Aborto Gastritis y e n ella incluyó objeto-instalación. “Me divertí haciéndolo, pero después de crear muchas, las veo sólo como juguetes divertidos y después de un rato llegué a la conclusión de que tenía que hacer una de pura pintura, poner todo lo que he hecho.”
Diariamente Rodrigo Echeverría se despierta alrededor de las 7:30 hrs. a
Antes que nada dedica tiempo a la lectura en voz alta, luego dibuja una hora, para después dedicarse a pintar hasta la hora de comer. Toma un receso y vuelve a pintar hasta que se retira el Sol.
A este estilo de vida lo acompaña la filosofía de que “el trabajo lo vence todo y en la pintura es difícil crear una imagen nueva si no trabajas a diario.” Asimismo, considera que la obra debe de estar siempre por delante del artista. “No me gusta el artista que es un pavorreal, tanto su producto como él mismo, me gusta que sus obras sean como sus soldados y no se esconda detrás de éstas.”
Para él existen tres formas de crear, la primera se basa en los apuntes de sus libretas de dibujo, tanto por observación como por imaginación; la segunda tiene que ver con temáticas que surgen de sus lecturas diarias y la tercera, la menos común, es espontánea.
“Es como cuando corres: de repente empiezas a correr delicioso, cuando llega la inercia y salen cosas maravillosas, pero eso suele pasar dos veces al semestre. Por lo general es trabajar, trabajar y de repente tienes estos momentos maravillosos.”
Más que una necesidad, Rodrigo Echeverría considera que la pintura para él es una enfermedad. “Si paso una semana sin dibujar o pintar empieza el ansia. Siento que estoy pecando, es algo de fe. Es una enfermedad sana, creo, mientras seas sincero con tu enfermedad y la aceptes creo que está bien.”
Almacén 2009-2014 estará del 11 al 14 de agosto en el ex convento de San Hipólito, ubicado en avenida Hidalgo 107, esquina con Paseo de la Reforma, Centro Histórico en un horario de 12:00 a 21:00.