por María del Mar Cachón
Para mí, el Museo Diego Rivera – Anahuacalli siempre ha sido un oasis en medio del caos de la ciudad y la llegada de las Hijas de Terracota lo hizo aún más especial.
Es como si ambos estuviesen predestinados y por eso siempre estaré agradecida con Prune Nourry, por haberlo elegido como la última parada de las Hijas, antes de su regreso a China.
Precisamente por eso deben apresurarse. ¡Ya inicio la cuenta regresiva! Tienen hasta el domingo 30 de noviembre para conocer a este ejército de niñas.
Lo mejor es que podrán aprovechar la visita al máximo porque justo ahora hay otras dos exposiciones, una instalación y la ofrenda de Día de Muertos.
El maravilloso edificio que alberga la colección de piezas prehispánicas de Diego Rivera es también hogar temporal de la exposición fotográfica La muerte en el altar de Tomás Casademunt (1967); de la Ofrenda de Día de Muertos, que este año está dedicada a Diego Rivera; la instalación Quetzalcóatl amarillo, hecha especialmente para el Anahuacalli por Humberto Spíndola; Cihuateteo (la intervención que Casademunt hizo en la ventana del estudio de Diego Rivera), además de otras piezas de Prune Nourry.
La entrada al museo es custodiada por dos esculturas de Nourry y, al dar unos pasos hacia adentro, la instalación de Spíndola transforma el entorno en algo místico, con todas esas hermosas plumas que cuelgan del techo y dan la sensación de que el edificio es en sí una serpiente emplumada que duerme plácidamente.
La ofrenda a Diego Rivera muestra momentos de su vida, recreando cuadros famosos como Autorretrato con chambergo o la fotografía de Dolores Olmedo posando para Diego, quien la pinta de Tehuana.
Tomás Casademunt nos transporta a los hogares mexicanos en pueblos de Morelos, Michoacán, Oaxaca, Yucatán, Tlaxcala, Puebla y Guerrero. Altares de muertos hechos por mujeres que, en palabras de Tomás: “no es casual que sean ellas, que tienen el privilegio de dar la vida, las que tengan una relación más franca con la muerte”. Cada foto es una ventana a la intimidad, el cariño y la memoria. Cihuateteo filtra la luz del ventanal; está ahí como testigo y patrona.
En el recorrido por las salas del museo, las piezas de Prune Nourry se mezclan con la colección de Rivera, en perfecta armonía.
En la pinacoteca se encuentra la exposición El hombre en la encrucijada, que hace un recuento del proceso que llevó a cabo Diego Rivera para la creación del mural en el Centro Rockefeller, la disputa y la destrucción de la obra. Poca gente sabe que el mural que hoy en día disfrutamos en el Palacio de Bellas Artes (El hombre en el cruce de caminos) es una reinterpretación de aquella obra destruida. El hombre en la encrucijada es un recorrido ricamente documentado, en el que descubrimos a los actores de este terrible episodio en la historia del arte.
Así, tienen esta semana para ir a despedir a las Hijas de Terracota y disfrutar de las demás exposiciones del Anahuacalli. Hasta el 30 de noviembre; el horario es de miércoles a domingo, de 11:00 a 17:00 horas.