Bailarinas de ballet con sus clásicas zapatillas en punta en medio de entornos urbanos, otros haciendo acrobacias en parques públicos o simulando flotar sobre charcos. El fotógrafo Omar Z. Robles logra capturar estos instantes de belleza en medio del caos de ciudades como Nueva York.
“Inicialmente, antes de hacer fotografía yo era mimo; la parte de la dramaturgia física, el teatro y la escena siempre ha sido algo que es parte de mi ADN como artista”, compartió el puertorriqueño en entrevista con Arte y Cultura, durante un viaje realizado a la Ciudad de México, organizado por Fujifilm X USA en colaboración con Fujifilm México, en el que ofreció un taller y participó en un Instameet.
El fotógrafo se inició en el camino de las artes escénicas y conoció a Marcel Marceau, un reconocido mimo y actor francés. Estuvo alrededor de 10 años haciendo teatro en Europa. De sus enseñanzas, aprendió a interpretar el mundo a través de sutiles pero emocionantes momentos. Volvió a Puerto Rico y le dijeron que debía tener una carrera. Eligió diseño gráfico.
“Cogí diseño gráfico y parte de ello fue la fotografía; comencé a trabajar como fotoperiodista por 5 o 6 años. Aunque me gustaba, había algo que me faltaba y era un acercamiento más personal al trabajo, hacer algo que me perteneciera, que fuera un trabajo que saliera de mí. Empecé a trabajar en fotografía documental, en las calles. Aquí me doy cuenta que la gente en las calles va muy formateada, va en línea recta todo el tiempo y me vi intrigado en romper ese patrón y utilizar esa misma escenografía y crear un elemento un poco más fantástico”.
Fue entonces cuando decidió retomar el arte y combinarlo con la fotografía, recordando las viejas enseñanzas. “Primero comencé a trabajar conmigo haciendo autorretratos de brincos, como para crear la ilusión de flotar, de desafiar la gravedad y las normas o el formato de la gente que está todo el tiempo caminando del trabajo a la casa y viceversa”.
Después de un tiempo se dio cuenta de que ya no le era tan sencillo dar saltos y hacer posturas para retratarse a sí mismo, su cuerpo comenzó a fallar y decidió experimentar con otros bailarines y acróbatas, a quienes sabe cómo dirigir debido a sus conocimientos previos en ese arte, y así lograr el resultado que quiere.
“Entiendo que tienen la agilidad, gracia y elegancia necesaria, y sobre todo rompen aún más con ese patrón que uno ve en la calle día a día, y lo que yo quería crear era una alternativa o una realidad fantástica, un mundo paralelo donde en vez de ir tan formateado en los espacios urbanos puedes caminar con un poco más de elegancia y de una forma un poco más fantástica”.
El estudio fotográfico no es un lugar en el que le guste trabajar; prefiere la suciedad y lo impredecible de las calles. “Crea el contraste que estoy buscando: la gracia de un bailarín yuxtapuesto a la suciedad de la ciudad”. Así que se encuentra con el artista a quien va a retratar y caminan juntos hasta encontrar un lugar que le llame la atención y que funcione para el formato que está trabajando. Las locaciones suelen ser lugares comunes en donde cualquier persona pueda identificarse y ha caminado alguna vez.
“Sin saber para donde ir, me dejo llevar mucho por las claves visuales que veo. No trato de ir con una idea preconcebida, eso viene un poco de mi trasfondo teatral, donde cuando uno trabaja la improvisación no puedes llegar a una escena ya con algo preconcebido de lo que vas a hacer. Si haces eso tienes probabilidades de que te caigas de cara y no te salga la escena; mejor llegar al lugar y poco a poco dejar las cosas fluir”.
El fotógrafo ha capturado bailarines en las calles de Nueva York, lugar en donde actualmente reside, además de México y Chicago; ha retratado celebridades, atletas, artistas, políticos y algunos residentes para The Chicago Tribune’s Hoy, Metro San Juan, Latino Leaders, además de enriquecer su portafolio personal.
Algo que caracteriza su trabajo es la manera en que dirige a los bailarines, pues los guía para buscar formas en las que sea el propio cuerpo el que hable. “Yo me acerco a la dirección fotográfica como me acercaba a la dirección escénica y creo que eso me da una ventaja como fotógrafo, porque siempre me acerco en el área emotiva o expresiva”.
“Muchos fotógrafos se enfocan en el área visual, de la luz estrictamente o la composición, y todo eso es excelente, pero cuando trabajas con una persona es muy importante abordar el área emotiva. De mi experiencia como mimo, aprendí a trabajar las emociones de una forma externa y no interna. El mimo, como actor en la metodología es diferente a alguna actuación; el mimo trabaja de una forma externa, casi gimnástica, en donde todas las partes del cuerpo aprendes a articularlas al servicio de la dramaturgia y creas una dramaturgia, creas una composición casi musical con el cuerpo”.
Omar es parte de los Fujifilm X Photographers, entre los que se encuentra también el mexicano Jaime Ávila.