¿Recuerdas tus días de estudiante? Seguro que la vida ha cambiado desde entonces, al menos un poco. La educación de un niño puede ser más delicada de lo que podemos creer, no sólo en cuanto al saber, sino también a aquello que aprende en casa y que va conformando su entorno.
Por más libros y herramientas que haya, nadie te enseña a ser padre. Es algo que se aprende en el camino y que debes experimentar en carne propia para saber lo que conlleva el que la vida de una persona dependa tanto de ti. Es por esto que algunos padres mal crían – sin intención alguna – a sus hijos, obsesionados por darles todo y que lo tengan de inmediato. Incluso, sobrecuidan su salud y saturan sus horarios con actividades que puedan servirles en el futuro que ellos mismos les construyen.
Aquí es cuando puede haber consecuencias, ya que si bien un niño necesita atención, no es algo que deba darse de forma material. Tampoco se trata de juzgar a nadie pero sí de ver el problema, el cual plantea la compañía barcelonesa Els Joglars en su obra de teatro V.I.P. (Very Important Person), que presentaron el viernes 7 y repiten el sábado 8 de octubre en el Teatro Principal de la cuidad de Guanajuato, en el marco del XLIV Festival Internacional Cervantino.
Conocidos en su país por sus controversiales creaciones, en V.I.P. exponen cómo ha cambiado la educación y la relación de los adultos con los niños a través del tiempo. Cómo los mimos padres pueden terminar por convertir a los niños en pequeños tiranos, aunque los menores también pueden verse como víctimas de todo esto, pues sus tutores y la sociedad han puesto diferentes reglas a seguir si quieres una vida “plena”.
La compañía se fundó en 1961 y algo que caracteriza su trabajo es la investigación profunda en los temas que les interesa plasmar en escena. Con sus puestas en escena se han presentado en numerosos países de América y Europa, además de haber recibido diversos premios principalmente en España, reconociendo su labor teatral.
Este proyecto lo integran los actores Pilar Sáenz, Dolors Runeu, Xavi Sáis, Ramón Fontserè y Xevi Vilà, que interpretan a 25 personajes con diferentes cambios de vestuario, a lo largo de varias historias. Los interpretes aseguran que ven el teatro como un juego y que esto les gusta llevarlo al máximo, razón por la que un solo actor tiene muchos personajes.
De igual forma, la estructura de la obra está planteada como un juego infantil, en el que las escenas están unidas por libre asociación. Podrás ver desde que se concibe al niño, hasta cómo los padres quieren que sean a su imagen y semejanza. Tanta presión y deseos que pueden convertirlo en un dictador con el poder de amenazar a cualquiera que se le ponga en frente.
Cabe mencionar que, desde hace 50 años, cada obra que realizan la fundamentan en un largo proceso de investigación y buscan llegar a la mayor parte del público. A la hora de crear, se aíslan de cierta forma de su mundo, como un ritual con un gran esfuerzo físico y mental, para lograr hallazgos a través del trabajo colectivo.
La escenografía es de Martina Cabanas, de estilo minimalista, ya que piensan que es algo que debe estar al servicio del actor, y en este caso, le dan mucha importancia al juego. En cuanto al tema de la educación, lo eligieron porque les resulta interesante por el tabú que tiene detrás, pero sin que sea una obra que intente aleccionar al público sino buscar la reflexión.