Tras su fallecimiento en el 2004, llega la primer retrospectiva del trabajo de Henri Cartier-Bresson, conformada por 398 piezas, que van desde pinturas y bocetos hasta su trabajo en la fotografía, el video documental y como reportero, que realizó a lo largo de sus viajes por Europa, Asia y América.
El Museo del Palacio de Bellas Artes es la cuarta y última sede de esta exposición; no puede realizar más viajes ya que a causa de esto, las obras se dañan. La exposición incluye piezas que van de 1926 a 1947, en donde el fotógrafo francés siempre buscó el instante decisivo para capturar sus imágenes.
La muestra hace un recorrido cronológico. La primera parte se enfoca en dibujos y pinturas que realizó al tomar dos años de clases de arte con un profesor que, según el artista, fue con el que aprendió a ver. Después, comenzó a comprender lo que componía a las imágenes.
Más tarde, viajó a África para poner en práctica lo aprendido. Capturó la esencia del lugar, retratando no las fiestas, sino a las personas hacer su trabajo. Al recorrer lugares como Francia, España e Italia, empezó a tener varias influencias y una nueva visión, dándole una perspectiva diferente a sus encuadres.
En la primera etapa de la exposición se observan imágenes en donde el artista tiene un notable interés por la composición. Capturaba el fondo geométricamente y luego integraba lo demás, haciendo que sus fotografías tuvieran diferentes planos y que la mirada del espectador las recorra completamente.
Más adelante está su etapa surrealista, en donde produce una de sus fotografías más emblemáticas: Detrás de la estación de San Lázaro, en donde congela la imagen en el momento justo, cuando un hombre cruza sobre un charco y parece flotar sobre el agua. Cartier-Bresson siempre se tomó si tiempo para hacer sus tomas; le importaba mucho encontrar el escenario perfecto para después quedar en la espera de que algo sucediera y pudiera integrarse a su foto.
Hay que resaltar que en esos años, la cámara que el fotógrafo utilizaba era manual, sin ninguna especie de motor. Ahora que la tecnología ha cambiado, el legado que deja el francés es su visión en cuanto a la composición, discurso visual y el movimiento, elementos que aún dependen de la habilidad y el ojo humano.
En cuanto a su viaje a nuestro país en 1934, se revelan sus recorridos por los barrios de La Lagunilla, lugar en donde residió el destacado fotógrafo, y La Merced, así como su relación con artistas y personajes de la época, como Lupe Marín, ex esposa de Diego Rivera; Manuel Álvarez Bravo, Nacho Aguirre, entre otros.
Concibió un nuevo concepto de la forma, al momento en que comprende que puede modificarse jugando con algunos elementos, como tomar su reflejo deformado en un vidrio o al capturar detalles del cuerpo, como lo hizo con Guadalupe Marín y consigo mismo.
Cartier-Bresson jugaba con la mercadotecnia y la publicidad en las calles, que intervienen de forma peculiar en sus encuadres, haciendo referencia a un doble sentido y a la ironía.
En otra sección, se encuentra su trabajo en cuando al video documental y fotorreportaje. Regresó a Francia y trabajó para un periódico. Siempre se caracterizó por su manera tan diferente de ver las situaciones y conflictos sociales, de centrarse en los detalles y personas que nadie ve por estar concentrados en “lo importante”.
En cuanto al video, se da cuenta de lo que el cine y una cámara cinematográfica pueden lograr, y es cuando decide tomar clases de esto. Hace el documental Viva la vida, que ilustra lo que ocurría con los soldados de la guerra civil española. En un principio su papel consiste en tomar la cámara; luego es director y después se encarga de hacer tomas fotográficas.
Durante la Segunda Guerra Mundial fue prisionero en tres ocasiones. Cuando escapó de los campos en donde lo capturaron, se dio cuenta que era necesario registrar lo que tenía frente a él. Tenía un interés por retratar siempre las situaciones políticas y sociales. Cada vez que le preguntaban sobre ese episodio de su vida, se reservaba hablar al respecto, pues había sido un evento doloroso y difícil.
Cuanto terminó la guerra, trató de reflejar con sus fotos el dolor de las personas. Se dedicó a hacer un documental, El regreso, en el que dirigía el proyecto y se encargaba de las fotografías. Tiempo después surgió la agencia Magnum, fundada por Cartier-Bresson y otros tres fotógrafos, en donde la dinámica era repartirse los eventos sociales y políticos que ocurrían en diferentes partes del mundo. Tuvieron tanto éxito, que sus imágenes le daban la vuelta al mundo.
Entre los eventos históricos en donde estuvo presente el fotógrafo francés, destaca su entrevista a Gandhi antes de su muerte; la entrada del comunismo a China, en donde capturó la desesperación de todos al ver su dinero devaluado; en la URSS, le interesaba mostrarla de una forma más humana, haciendo tomas de las personas en su vida cotidiana.
Visitó dos veces México, no le interesaba volver porque quería quedarse con la imagen que había retratado. Cuando va a Cuba lo hace para ver lo que pasaba con el caso de Fidel Castro, pero terminó por fotografiar la sensualidad de las cubanas.
Contrajo matrimonio con una bailarina, quien le decía que lograba hacer una danza en sus imágenes por sus distintas perspectivas, además de crear interesantes composiciones con luz y sombras. Tenía una pasión por la observación y mucha paciencia para capturar en el momento perfecto su fotografía. Encontraba estos instantes donde el fondo y los personajes juegan en la composición de manera armoniosa.
Al final del recorrido, hay imágenes más abstractas; vuelve con los dibujos y la pintura. Se dibuja a sí mismo, aún cuando después de la Segunda Guerra Mundial decidió no ser retratado de nuevo. Lo hace sin idealizarse y se muestra con la edad que tiene.
Hubo quienes, al contemplar a Cartier-Bresson tomando una fotografía, aseguraban que era algo gracioso, ya que parecía que estaba bailando. Se mostraba nervioso y ágil al mismo tiempo.
Vale la pena que te des una vuelta, pues además de ser su última itinerancia, muestra documentos que usualmente no se exponen. Henri Cartier-Bresson. La mirada del siglo XX estará abierta al público hasta el 17 de mayo.