La renovada tradición del cine independiente socialmente comprometido resuena una vez más en la escena cinematográfica de la provincia de Quebec (Canadá). Desde hace más de una década, el espíritu de renovación en el cine quebequense ha proliferado de la mano de un grupo de cineastas emergentes.
Continuando la labor cinematográfica de figuras como Claude Jutra, Gilles Groulx, Jean-Pierre Lefebvre, Michel Brault y Denys Arcand en los años 60 y 70, esta nueva generación de cineastas irrumpirá en la sala 7 Alejandro Galindo de la Cineteca Nacional en la Muestra de Cine de Quebec (Quebecine), a partir del 17 de marzo.
El programa, compuesto por 10 películas, tiene como finalidad dar a conocer las obras de cineastas jóvenes, las cuales han sido referencia en varios artículos especializados como la revista francesa Cahiers du Cinéma.
“Queremos favorecer los intercambios entre las industrias de Quebec y de México, y de acercar una de las grandes escuelas de Quebec que se llama Instituto Nacional de la Imagen y del Sonido con el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC). Son ideas que empezamos a trabajar y que vamos a anunciar después de la muestra”, comentó el director de la muestra, Jean Sébastien Durocher.
Además, la selección se complementa con la charla titulada Cameraless remote documentaries, que impartirá el cineasta Dominic Gagnon en la sala Luis Buñuel del CCC, el 19 de marzo a las 16:30 hrs.
Quebecine inicia con Duermes, Nicole (Tu dors Nicole, 2014) de Stéphane Lafleur. Presentada en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, la cinta utiliza el recurso del blanco y negro para narrar la vida de Nicole, quien se encuentra a la deriva después de graduarse de la universidad; aborda temas como la reflexión sobre el hastío de la juventud y la evanescencia de la infancia en el tránsito hacia la adultez.
Le sigue La caza al Godard de Abitibi (La Chasse au Godard d’Abbittibbi, 2013) de Eric Morin. La trama se basa en la visita del cineasta francés Jean-Luc Godard al noroeste de Quebec en 1968 con el fin de realizar un documental, dando voz a estudiantes, mujeres y mineros. Morin parte de este suceso y, por medio de cámaras de 8mm y del blanco y negro, desmenuza, a partir de reflexiones, la sociedad de Abitibi en aspectos como la educación, las políticas medioambientales, las ambiciones y los sueños.
Continua Inch’Allah (2012) de Anaïs Barbeau-Lavalette. En este filme conocemos a Chloe, una obstetra que, junto a un médico francés, trabajan en una clínica improvisada dentro de un campo de refugiados palestinos en Cisjordania para atender a un grupo de mujeres embarazadas. Al vivir en Israel, Chloe ve las dos caras de la moneda, transitando entre una visión dual de la realidad. Su encuentro con la guerra la obliga a vivir una aventura que sobrepasa el límite profesional y evidencia la vulnerabilidad humana, dejando lo político en segundo plano.
En Félix y Meira (Félix et Meira, 2014), Maxime Giroux presenta a Félix, un extravagante quebequense en bancarrota, cuyo adinerado padre está a punto de morir. Meira es una judía jasídica casada y con un hijo. No estaba previsto que se conocieran; sin embargo, ambos son víctimas del destino que se empeña en enamorarlos. Giroux busca representar a una sociedad deteriorada en Félix, confrontándose con los valores y espirituales de la comunidad jasídica personificada por Meira.
A manera de homenaje se incluye en el programa Las órdenes (Les ordres, 1974), película de Michel Brault, pionero del cine directo. Considerada como una de las obras maestras del cine quebequense, retrata un periodo oscuro en la historia de Canadá en el cual se describen las condiciones de encierro a la que fueron sometidas cientos de personas en la llamada “crisis de octubre”. Provocada por dos secuestros de carácter terrorista en 1970, la docuficción que circula entre el color y el blanco y negro fue galardonada con el premio a Mejor Dirección en el Festival de Cannes en 1975.
También se incorpora a la muestra Sarah prefiere correr (Sarah préfère la course, 2013) de Chloé Robichaud. Como lo infiere el título, Sarah es una chica de 20 años que le encanta correr. Al ser invitada a formar parte del club de atletismo en Montreal y no tener el apoyo de su madre decide mudarse con su amigo Antoine, quien le propone casarse para obtener los financiamientos para estudiantes casados. Ella acepta, pero comienza a darse cuenta de lo difícil que puede ser formar una familia.
Hoax_farsa (2014) de Dominic Gagnon está formada por videos de YouTube, realizados por adolescentes abordando el fin del mundo. Funcionando como mecanismos de supervivencia por la influencia del mito zombie, la cinta va más allá de los límites tradicionales del documental, coexistiendo la parodia con la seriedad.
En El amor en tiempos de la guerra civil (L’amour au temps de la guerre civile, 2014), Rodrigue Jean se sumerge en el mundo de las adicciones con este drama sobre estafadores y drogadictos en Montreal. Alex es el protagonista, un adicto que pasa sus días consiguiendo dinero para comprar drogas a través de la prostitución y cometiendo delitos menores. Él y los demás yonquis representan a los ángeles caídos que viven en la indiferencia y el confort de la sociedad.
Jean-Francois Caissy presenta El camino a seguir (La marche à suivre, 2014), el cual explora el paradigma de la adolescencia, resaltando los contrastes entre el ambiente regulado de las aulas de clases y la libertad del exterior. La película se estructura alrededor de las reuniones de adolescentes con varias autoridades institucionales que pretenden auxiliarlos.
Finalmente, Cuadrado rojo sobre fondo negro (Carré rouge sur fond noir, 2013) aborda una de las huelgas más impactantes de Quebec. Santiago Bertolino y Hugo Samson presentan a miles de estudiantes que alzaron la voz ante el sistema educativo de su ciudad. El filme realiza una especie de radiografía de la resistencia y sus principales actores, mostrando la realidad cotidiana de una juventud militante y motivada.
Quebecine MX2015 se sitúa en el contexto de la semana de la francofonía en México y expone que el movimiento de “la renovación del cine quebequense” no se limita a los cineastas más conocidos internacionalmente —Xavier Dolan y Denis C̭ôté—, sino que se conforma por una horda de directores que rechazaron los modelos comerciales de producción y se volcaron hacia medios más modestos, pero con mayor libertad de expresión. El resultado es un cine vivo con una visión y estilo muy personal que tiene mucho que compartir.